
Si bien está acostumbrada a confeccionar apuestas de la Quiniela Misionera, era la segunda vez que la mujer se animaba a jugar a La Poceada, que tiene un costo de diez pesos, aunque durante la primera ocasión “no anotamos ni un solo número”. Pero esto no la acobardó. Por el contrario, siguiendo los pasos de una de sus amigas que siempre juega, decidió redoblar la apuesta, sin siquiera soñar tamaño resultado. En las últimas horas del Jueves Santo se enteró que la boleta que había hecho, venía con sorpresas. Fanática del número 22, se mostró tranquila, porque necesita “tener la cabeza en frío para tomar algunas decisiones”. Rodeada de su familia, la mujer cree que “fue realmente una bendición de Dios” porque nunca antes había ganado un premio mínimo. Ahora dispone de 3.025.222,60 para poder cumplir algunos sueños. El vendedor también recibió un premio estímulo, estipulado por reglamento.
Así como esta beneficiaria otros apostadores pueden seguir sus pasos y hacerse acreedores de jugosos premios, permitiendo que el IPLyC SE siga desarrollando obras para los misioneros.
(Visited 118 times, 1 visits today)