Pasó una tarde imposible en Nueva Jersey. Costó, pero entramos al MetLife para vivir el choque entre Argentina y Chile ¿Qué pasó? Mirá.

Un cabulero nunca festeja antes de jugar, jamás da por ganado un partido ni grita un gol antes. Un cabulero respeta el lugar, se enoja si le cambian la ecuación y se pregunta qué pasó si el resultado no es el mismo a pesar de haber hecho todo igual.
Un cabulero sería incapaz de decir lo siguiente: Ganamos antes del partido ¿Cómo? Porque entramos, porque perseveramos y entramos. Ya en Atlanta se dieron algunos inconvenientes con la página de la Conmebol.
Un botón no se apretó, o un dato no se cargó y a los tres primeros partidos no tenemos acceso asegurado (todavía queda Miami). En Atlanta no hubo problemas, pero sí en Nueva Jersey ¡Y qué problemas!
Los estadios se abren, para la prensa, cuatro horas antes de cada partido. Para los hinchas suelen ser tres. Previendo esos contratiempos llegamos temprano (el partido arrancó a las 21 y para las 16:30 estábamos en la fila). Larga, tediosa, interminable y calurosa.
Uno por uno, periodista por periodista, la Conmebol dejó que las autoridades del MetLife le copen la parada, y ese fue el inicio de todo lo que pasó. Al estadio entraban solo los periodistas con lugar en la tribuna de prensa (no la teníamos por los problemas en la página mencionados también más arriba). Y a contrapartida de Atlanta, acá no había Lista de Espera. “Están afuera”, nos avisaron a no menos de 30 periodistas en la misma situación.

Lejos de desesperarnos, salió Reel Deportivo, salió un móvil en El Noticiero Central y cuando El Periodista nos tenía al aire nos avisaron que la entrada se liberó y, literalmente, fuimos el último medio en entrar al partido. La Sala de Prensa, a la que tanto nos costó llegar, terminó siendo una gran pecera con una acústica increíble, que casi nos aisló del fervor albiceleste.
(*Enviado especial de Multimedios a la Copa América 2024).