Leandro Yahni, Darío Vega y Diego Vergara son músicos de relevancia en la escena artística de Posadas. El proyecto Jugo de Tigre es un reflejo de algo más: su vínculo de amistad a través de los años.
Los equipos históricos de fútbol siempre se destacaron por tener algo más que buen juego. Tal y como sucede con la Scaloneta, o con los grandes momentos del Barcelona de Messi, Suárez y Neymar, el factor grupal se destaca. Es que los buenos vínculos y las amistades son todo a la hora de sentir pertenencia. Algo similar ocurre con Jugo de Tigre, una banda de vanguardia en Posadas que surgió de la amistad para saltar a los escenarios.
Para conocer el origen de este trío experimental de músicos posadeños, conversamos con uno de sus fundadores, el multi-instrumentista Leandro Yahni. Según contó a canal12misiones.com su vínculo comenzó en las pruebas de sonido de su época con los Hermanos Núñez y Fabián Meza, a quienes acompañaron como sesionistas.
“Darío era un baterista un poco más grande que yo, que tocaba con grupos en los 90 que nosotros íbamos a ver cuando éramos adolescentes”, reveló Yahni. Luego, en el 2012 coincidieron en el Parque del Conocimiento, a través del programa Legado Regional, con un primer acercamiento. Sumado a las improvisaciones que surgían en esas ocasiones, apareció la idea de armar un proyecto en conjunto.
Desde entonces, relata, vivieron un montón de situaciones que los fueron acercando más allá de lo musical. “Casi no hubo más ensayos, era juntarnos a charlar y comer asados, surgió una relación más amistosa que musical”, comentó con humor. Sobre este modus operandi en su relación, afirma que continúa “así hasta mañana incluso, que lo tengo que ver”.
Un necesario cambio de aire
Y si bien para los dos Jugo de Tigre es algo muy importante, admite que en su recorrido hubo “más experiencias extra musicales que musicales”. No obstante, en la actualidad esta banda mutó para transformarse en un trío del que también forma parte Diego Vergara. “Con Diego es distinto, lo conozco desde el primer año de secundario”, comentó Leandro. Desde entonces, tuvieron bandas que fueron construyendo su perfil profesional, sin saber todo lo que vendría.
“Con Diego tenemos una amistad de hace treinta y pico de años, era natural que él se sume a esto y en algún momento iba a pasar porque siempre estuvo”, reveló sobre su incorporación. Incluso, contó que la primera fecha en la que debutó la banda fue gracias a la curaduría de Vergara, quien se encontraba produciendo eventos en un espacio gastronómico de la ciudad. “En mi carrera musical, él estuvo siempre y yo también en la suya”, aseguró.
El año pasado, Jugo de Tigre presentó su segundo álbum con la participación de una selección privilegiada de invitados. Músicos de la escena local que, por su diversidad, completaron con mucho criterio el universo sonoro que proponen. Su presentación fue el 8 de diciembre y apareció la inquietud de tomar una nueva dirección. Fue allí donde surgió la idea de incorporar a Vergara: “era ya imperiosa la necesidad de que entre alguien, un bajista más precisamente, y ni lo pensamos, era él quien tenía que estar sí o sí”.
La impronta experimental de Jugo de Tigre
Leandro Yahni recuerda que antes de formar Jugo de Tigre con su amigo Darío, tuvo una experiencia similar con No hay lo que no hay, un dúo con Quique Uffelmann en la batería. A partir de allí, siempre buscó la forma de que esa esencia de experimentación pueda tener un valor extra, o en sus palabras: “que no sea aburrido”. Para él, esto no llegó hasta el momento en el que comenzaron a grabar el segundo disco de Jugo de Tigre.
Al principio, cuenta, las sesiones con Darío Vega eran totalmente experimentales, se trataba de un laboratorio constante. El sábado pasado, luego de todos estos años de prueba y error, la Peña Itapúa estalló al ritmo de su música, con los nuevos elementos que se fueron incorporando: el bajo virtuoso de Diego, los invitados que ponen su voz al servicio de este sonido nuevo y un público fiel que se transformó en una comunidad.
“Y más allá de eso, Darío vive a la vuelta de mi casa, Diego vive en Itaembé Guazú y su paso siempre es por acá. Hay veces que ni siquiera subimos a la sala de ensayo, nos quedamos tomando mate y a veces tampoco, sólo estamos en silencio, mirando el horizonte”, contó con orgullo, sobre este valioso vínculo de amistad y música.