Leonardo Sbaraglia compone a José de Zer. La increíble “cobertura” que el periodista de Canal 9 hizo de un supuesto avistaje de un OVNI en Córdoba.
Quienes conocieron a José de Zer, periodista de los noticieros del viejo Canal 9, saben que era, cuanto menos, un personaje estrafalario. Y también un tipo que, al estilo de Chiche Gelblung, era capaz de maquillar la realidad, cuando no inventarla, en pos de lograr un éxito.
Y lo logró, tanto como para que Diego Lerman haya dirigido El hombre que amaba los platos voladores, que tras su breve paso por el cine en la Argentina -compitió por la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián- llega este viernes 18 de octubre al streaming, por Netflix.
El director de Refugiado, El suplente, Una especie de familia y Tan de repente se vuelca decididamente a la comedia, recordando -esto realmente ocurrió- la “cobertura” que De Zer hizo de un probable avistamiento de un OVNI en Córdoba.
En verdad, son algunos vecinos de ese pueblito cordobés quienes se acercan a él, que está internado por un pico de stress. Quieren que De Zer vaya y realice un par de notas que sirvan para promover el turismo local. De ahí a que el periodista de espectáculos salte y cubra la llegada de extraterrestres hay un trecho.
Pero un trecho corto.
De Zer va con su eterno camarógrafo, Chango (Sergio Prina) y con su micrófono -que se ve que por alguna cuestión legal no tiene el 9 sino el 6, o sea el mismo número, pero dado vuelta- y empieza a “investigar”, a entrevistar lugareños acerca del fenómeno extraterrestre. Si una señora, mientras graban, confiesa que no ha visto nada, De Zer le dice que necesita que diga que sí, y la señora lo hace.
Cuando lleve el material a su canal, el jefe del noticiero (Osmar Núñez) por poco que lo saca volando, pero De Zer llega hasta la oficina del dueño del Canal (Norman Briski, que vendría a ser Alejandro Romay, el Zar del 9) para convencerlo de que lo suyo salga al aire. Apela a que el inconsciente colectivo necesita una muestra de realidad para que todo el país crea en lo que muchos creen, pero no se animan a decir.
Y lo incomprobable del caso (como unos pastizales quemados en lo alto de un cerro) van haciendo que De Zer sienta que debe prolongar, estirar y tirar de la cuerda hasta límites inverosímiles. Hay un motivo, caso místico, por el que De Zer cree en la vida extraterrestre, que no vamos a spoilear aquí.
Con información de Clarín