El 11 de febrero de 2013, el entonces Papa Benedicto XVI marcó un hito en la historia de la Iglesia católica al convertirse en el primer pontífice en renunciar en 598 años, dejando vacante la sede de Roma. Su decisión allanó el camino para la elección del arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, como el 266º sucesor de Pedro, conocido hoy como el Papa Francisco.
Sin embargo, más de una década después,la salud del Papa Francisco ha suscitado preocupación mundial. Desde el 14 de febrero de 2025, el pontífice de 88 años permanece hospitalizado en el Policlínico Gemelli de Roma, donde fue ingresado por una serie de complicaciones de salud que han obligado a cancelar eventos de su agenda. Inicialmente, el Vaticano describió su estado como “complejo” debido a una infección polimicrobiana en las vías respiratorias, pero los médicos confirmaron posteriormente que se trata de una neumonía bilateral.
A pesar de su delicada condición, Francisco ha continuado desempeñando algunas funciones clave. Este lunes, por ejemplo, firmó la renuncia del obispo canadiense Jean-Pierre Blais, de 75 años. En declaraciones recientes, el Papa ha insistido en su compromiso con el papado, afirmando con humor. “Se gobierna con la cabeza, no con la rodilla”, en referencia a su necesidad de desplazarse en silla de ruedas debido a problemas de movilidad.
La posibilidad de una renuncia, sin embargo, no es ajena a Francisco. En una entrevista concedida en 2022 al diario ABC, el Papa reveló que, al inicio de su pontificado, entregó al cardenal Tarcisio Bertone un documento con su renuncia preparada por si alguna enfermedad incapacitante lo impidiera continuar. “En caso de impedimento por cuestiones médicas, aquí está mi renuncia. Ya la tienen”, expresó en su momento.
El diario español El Debate ha recordado hoy que, según el derecho canónico, específicamente el canon 331,el obispo de Roma posee una autoridad “suprema, plena, inmediata y universal” en la Iglesia, lo que incluye la potestad de renunciar libremente. Para que esta decisión sea válida, debe ser libre y manifestarse formalmente, sin requerir la aprobación de ninguna otra instancia eclesiástica. Aunque Francisco ha dejado claro que una renuncia nunca ha estado en sus planes, su estado de salud actual ha avivado las especulaciones.
El Vaticano prometió mantener informada a la opinión pública sobre la evolución médica del Papa y cualquier decisión futura respecto a su liderazgo en la Sede de Pedro. Mientras tanto, la comunidad católica mundial observa con atención un momento crucial en la historia del papado.