
Hay algo que no se discute en política: los ciclos terminan. Pero el kirchnerismo parece no querer asumirlo, aferrado a una lógica de conducción que ya no representa ni a sus propios militantes, mucho menos a las realidades provinciales. Lo que viene ocurriendo en Buenos Aires con la interna salvaje entre sectores del PJ, es una muestra del nivel de desgaste, pero lo que intentan hacer en Misiones supera todos los límites de la coherencia política.
Cristina Fernández de Kirchner —la misma que acusa al gobierno nacional de operar como una dictadura judicial— actúa cada vez más como una líder sin contrapuntos, que decide sin consultar, impone sin consensuar y baja línea como si estuviéramos en el 2007. La reciente intervención PJ misionero es una muestra clara de esa lógica autoritaria, antidemocrática y profundamente porteñocentrista.
Mandaron dos interventores desde Buenos Aires para “ordenar el espacio”. Dos personas que nadie conoce, que no tienen historia ni vínculo con los sectores populares de acá. ¿Qué saben ellos de las urgencias de El Soberbio, de los conflictos laborales en Oberá, de la situación en los barrios periféricos de Posadas? Nada. Vienen con discursos prefabricados y recetas que no aplican ni siquiera en sus propios distritos.
La política no se construye con planillas de Excel ni con mensajes de WhatsApp desde CABA. Acá se camina, se escucha, se acompaña. La intervención fue recibida con indiferencia, incluso con rechazo, porque no responde a ninguna necesidad real de la militancia peronista misionera. Es un intento de controlar un territorio que no les pertenece, porque nunca estuvieron cuando los necesitábamos.
El kirchnerismo, que en algún momento representó una esperanza de transformación, se volvió una maquinaria de imposiciones. En nombre de la “unidad” se pide obediencia ciega, en nombre del “proyecto nacional” se desconoce la riqueza del peronismo federal. Pero unidad sin respeto por las diferencias es simplemente obediencia, y eso no es peronismo.
No podemos permitir que los desacuerdos internos de un sector que vive encerrado en el AMBA nos arrastren a un conflicto que no es nuestro. Misiones tiene una identidad política propia, con historia de lucha y organización desde abajo. No necesitamos interventores ni comisarios políticos. Necesitamos respeto y eso encontramos en el Frente Renovador de la Concordia.
Si el kirchnerismo quiere seguir jugando a la épica desde los pasillos del Instituto Patria, que lo haga. Pero que no venga a romper lo que no ayudaron a construir. Acá, en la tierra colorada, seguimos creyendo en un peronismo amplio, federal y con los pies en el barro. No en dictaduras disfrazadas de liderazgo.
(*) Apoderado del PJ misionero