Harvard rechaza exigencias de Trump y defiende la libertad universitaria. La respuesta institucional marca un precedente en el sistema de educación superior de Estados Unidos. La administración republicana exigía eliminar programas de diversidad y reformular políticas internas. La universidad, sin embargo, respondió con firmeza y advirtió que no aceptará injerencias inconstitucionales.
Harvard se plantó. La universidad más prestigiosa del país respondió con una negativa categórica a las exigencias del gobierno de Donald Trump. El expresidente, en su nuevo mandato, amenazó con cortar 9.000 millones de dólares en financiamiento si la institución no cumplía con una lista de reformas.

La administración republicana acusó a Harvard de permitir expresiones antisemitas en su campus. En su ofensiva, también reclamó la eliminación de programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI). La universidad, sin embargo, se negó a someterse a lo que calificó como un avance ilegítimo sobre su autonomía.
“Harvard no renunciará a su independencia ni a los derechos que le garantiza la Constitución”, expresó la institución en una carta firmada por sus abogados. El documento, dirigido a la Casa Blanca, advirtió que ningún gobierno tiene autoridad para imponer este tipo de condicionamientos a las universidades privadas.
La frase clave seo Harvard rechaza exigencias de Trump no aparece solo como titular: sintetiza el eje de una disputa que crece día a día.
Un frente universitario en defensa de la autonomía
En los últimos meses, la administración Trump redobló su presión sobre las universidades consideradas “progresistas”. Desde abril, Harvard recibió advertencias formales. El gobierno exigió modificar sus programas académicos y disciplinar manifestaciones en el campus.
El caso de Harvard resulta emblemático. Por su visibilidad global y por la magnitud de los recursos que recibe del Estado. Hasta ahora, es la primera gran universidad que se opone de forma explícita a los lineamientos del nuevo oficialismo.
“Ni Harvard ni ninguna universidad privada puede permitir que el gobierno federal la controle”, sostiene la carta. Los abogados recordaron que la Primera Enmienda protege la libertad de expresión y la independencia educativa. “Las exigencias del gobierno socavan la libertad garantizada por la Corte Suprema”, afirman.
La ofensiva federal alcanza a otras instituciones
Harvard rechaza exigencias de Trump, pero no está sola. Columbia University, con sede en Nueva York, también quedó en la mira. El gobierno ya le retiró 400 millones de dólares por supuestas faltas similares.
A diferencia de Harvard, Columbia aceptó implementar las reformas exigidas para intentar recuperar el apoyo económico. Esa decisión provocó críticas internas. Dos sindicatos docentes demandaron al gobierno federal por violar la Primera Enmienda y la ley de derechos civiles.
También surgieron voces desde el propio ámbito universitario. Exalumnos y profesores cuestionaron la dependencia financiera del sistema educativo. Algunos señalaron que las universidades deberían reforzar sus fuentes de ingreso privado para evitar presiones externas.
El antisemitismo como eje del conflicto
La raíz formal del conflicto se vincula con denuncias de antisemitismo. Desde el inicio de la guerra en Gaza, varios campus estadounidenses fueron escenario de protestas. Trump acusó a las autoridades de no proteger a los estudiantes judíos.
Harvard respondió que desde hace más de un año trabaja activamente en políticas contra el antisemitismo. Sus representantes aseguraron que se tomaron medidas concretas para mejorar la convivencia. Sin embargo, la Casa Blanca no consideró suficientes esas acciones.
“La carta de la administración ignora los esfuerzos de Harvard”, sostuvieron los abogados de la universidad. Y añadieron que las nuevas exigencias exceden el marco legal. “No podemos aceptar condiciones que violan la Constitución”, afirmaron.
Harvard busca liderar la resistencia a Trump
El diario estudiantil Harvard Crimson publicó un editorial con una postura contundente. “Harvard debería trabajar junto a otras universidades para oponerse, liderando la lucha contra los ataques incesantes de la administración Trump a la educación superior”, escribió la redacción del medio.
La frase Harvard rechaza exigencias de Trump se instaló también como símbolo de resistencia. Para muchos, el caso Harvard puede marcar el tono del vínculo entre el sistema universitario y el nuevo gobierno.
La tensión no se limita a la educación. También se encuadra en un debate más amplio sobre el rol del Estado, la libertad de pensamiento y la pluralidad de voces en la vida pública estadounidense.
¿Qué puede pasar ahora?
El escenario sigue abierto. La decisión de Harvard podría acarrear consecuencias económicas. También puede convertirse en un punto de inflexión institucional. Lo cierto es que la universidad eligió priorizar su autonomía, incluso a riesgo de perder recursos millonarios.
Harvard rechaza exigencias de Trump con un mensaje claro: la libertad universitaria no se negocia. Ese mensaje ya genera eco en otras instituciones del país.