La provincia de Corrientes enfrenta una emergencia sin precedentes en 2025 debido a incendios forestales que, desde enero, han consumido más de 244.000 hectáreas, según datos oficiales. Solo en los primeros ocho días de febrero, el fuego arrasó 116.000 hectáreas, superando los registros de enero (128.000 ha). En las últimas horas, tres focos activos en Loma Alta, Tres Cerros y La Cruz amenazan con expandirse, sumando más de 7.500 hectáreas devastadas recientemente.
La tragedia cobró la vida de Cindia Alejandra Mendoza, una docente de 30 años que intentaba proteger la vivienda de su padre en Mariano Indalecio Loza. Atrapada por un remolino de fuego, sufrió quemaduras en el 80% de su cuerpo y falleció tras cinco paros cardíacos. Su muerte refleja el riesgo extremo al que se exponen pobladores y brigadistas.

El impacto ambiental es igualmente alarmante: humedales, pastizales y cultivos han sido reducidos a cenizas. En La Cruz, el fuego avanzó sobre plantaciones de pino, especie no nativa que intensifica la combustión. Además, la sequía histórica y temperaturas récord de 41°C agravan la situación, creando un “escenario explosivo”.
La economía de Corrientes bajo amenaza
El sector agropecuario, pilar de Corrientes, sufre pérdidas millonarias. La ganadería enfrenta la destrucción de pasturas naturales, obligando a productores a buscar alternativas costosas para alimentar al ganado. En la agricultura, cultivos como el eucalipto y el maíz han sido devastados, y la calidad del suelo se ve comprometida.
Federico Palma, secretario de la Asociación de Sociedades Rurales, advirtió sobre el riesgo de desabastecimiento y el aumento de costos de producción: “La recuperación será larga y costosa”. En Curuzú Cuatiá y Mercedes, zonas clave para la producción, ya se reportan pérdidas de 25.000 hectáreas en febrero.
Respuesta de emergencia y medidas preventivas
Más de 1.000 brigadistas, bomberos voluntarios y fuerzas de seguridad trabajan en turnos rotativos, apoyados por dos aviones hidrantes, un helicóptero y maquinaria pesada. El gobierno provincial implementó guardias de cenizas y sistemas de cortafuegos para evitar rebrotes.
El gobernador Gustavo Valdés recorrió las áreas afectadas y reforzó el llamado a la población: “Está prohibido usar fuego; denuncien cualquier columna de humo”. Además, se lanzó la campaña Banderas Amarillas, identificando reservorios de agua en campos para facilitar el trabajo de los equipos.
Corrientes no es ajena a esta catástrofe: en 2020-2021, un millón de hectáreas fueron arrasadas, un precedente que hoy se repite. Si bien las condiciones climáticas (sequía, vientos y La Niña) son detonantes, las autoridades atribuyen parte de los incendios a quemas intencionales y negligencia humana.
“La inconducta de la gente agrava la situación; no es época de quemas”, denunció Eulogio Márquez, director de Defensa Civil. Pese a los esfuerzos, la falta de lluvias significativas en tres meses mantiene a la provincia en alerta roja, con riesgo extremo de nuevos focos.