Anabela Sánchez es una diseñadora de indumentaria especializada en lencería y trajes de baño. Oriunda de Oberá, construyó su marca Hoana, con un enfoque inclusivo que celebra la diversidad de talles. Desde su taller familiar, donde trabaja junto a su madre -su mentora y principal inspiración- desarrolla prendas a medida que buscan empoderar a las mujeres en sus cuerpos reales. Su pasión por la costura comenzó desde niña, ya que heredó el oficio de modista.
La joven diseñadora señaló la importancia del ejemplo de su madre en su vocación. “Con mi mamá coso desde los nueve años. Ella tiene su propio taller en su casa, con el cual me crió a mí y a cinco hermanos más, junto con mi padre. Desde pequeña estoy entre telas y máquinas”, relató.

El emprendimiento Hoana nació durante la pandemia como un refugio creativo y fuente de sustento. Mientras cuidaba a sus dos hijos -uno de ellos con parálisis cerebral-, Anabela comenzó a confeccionar barbijos. Luego dio el salto a la lencería y los trajes de baño. Descubrió entonces una necesidad insatisfecha en el mercado: la falta de opciones para talles plus size y la poca variedad de diseños para cuerpos reales.
Cada prenda de Hoana es una creación única que combina calidad, diseño personalizado y telas de primera. Utiliza licras con protección UV 50+, estampas de moda y detalles como piedras y brillos según los gustos de cada clienta. El servicio incluye asesoramiento personalizado y toma de medidas sin cargo, convirtiendo cada pedido en una experiencia a medida. Durante el verano, su especialidad son los trajes de baño, aunque mantiene producción todo el año.
La historia de superación de Anabela incluye momentos difíciles que transformó en motivación. Mientras acompañaba a su hijo en terapias y tratamientos, encontró en la costura una terapia reparadora. “Entre todos los diagnósticos, las salas de espera, las terapias y todo lo que afrontamos esos años, coser me reparaba a mí”, contó.
Anabela se capacitó profesionalmente en lencería, corsetería y confección. Primero fue de forma autodidacta y luego en instituciones como la EPET y el municipio de Oberá.

El crecimiento de Hoana comenzó con el boca a boca de clientas satisfechas que encontraron prendas a su medida. Anabela destaca que su mayor logro es equilibrar su rol de madre con su pasión por el diseño. Su taller familiar, en principio ubicado en la sala de su casa, simboliza esta integración entre vida personal y profesional.

La diseñadora enfatiza que su marca va más allá de la moda: es un proyecto de empoderamiento femenino. “La mujer que cose es una guerrera con las manos y una artista con el corazón”, afirma. Cada creación busca que las mujeres se sientan únicas, seguras y representadas, rompiendo con los estándares de talles únicos de la industria convencional.
Con miras al futuro, proyecta expandir su línea de productos. Ya incluye accesorios como bolsos de playa y camisetas con protección UV para niños, respondiendo a las demandas de su creciente clientela. Su historia inspira a otras mujeres a perseguir sus sueños sin abandonar sus roles familiares, demostrando que es posible reinventarse ante las adversidades.