En Oberá hay un grupo de personas dedicadas a un arte milenario que cultiva la paciencia, la dedicación y la constancia. Este grupo tiene los más variados integrantes, con distintos oficios y profesiones, pero los une la pasión por una actividad atrapantes.
Esta actividad contiene la grandeza en lo pequeño, la belleza en aparentes defectos y la majestuosidad en desarrollos poco ordinarios. Esta comunidad cultiva el arte milenario del Bonsai. Se trata del grupo Misioneros Amigos del Bonsai, que realizó su 24° exposición anual en la Casa Nórdica del Parque de las Naciones el fin de semana pasado.
Los días 26 y 27 de octubre, el patio de la casa Nórdica del Parque de las Naciones se convirtió en un pequeño e imponente parque arbolado. Este parque, montado en mesas de exhibición, estaba desplegado para la contemplación de los curiosos y entusiastas. De esta manera, se podía observar un pino ellioti de 10 años de edad que cabía en la palma de la mano. Los pinos ellioti con 10 años de edad tienen una altura mayor a 10 metros normalmente. Esta exposición abarca más de 60 ejemplares de árboles que, a través de un lento y laborioso proceso, se detiene el crecimiento de su tamaño. De esta manera se pueden observar árboles con una edad de 30 años y que no superan los 60 cm de altura y que en condiciones normales alcanzan decenas de metros de alto.

Misioneros Amigos del Bonsai es un camino que inició con Jorge Senn y Delia Komatsu en el Oberá de 1994. Jorge, era un entusiasta del arte milenario desde los años 70 y expone algunos de sus ejemplares en un negocio que tenía sobre la avenida Libertad en aquel entonces. Es así que Delia se pone en contacto con él y se proponen realizar reuniones para difundir la actividad e intercambiar conocimientos y experiencias. De esta manera, las reuniones van ampliando su número de participantes a partir de exposiciones realizadas en la casa de la cultura de la ciudad. En el año 2000 llevan a cabo un curso sobre bonsai en la casa Japonesa del Parque de las Naciones, consolidándose aún más esta comunidad.

Luego de esta experiencia, todos los años, el grupo organizó sus exposiciones anuales y se mantuvo el grupo Misioneros Amigos del Bonsai con reuniones periódicas durante el año. Hoy el grupo cuenta con 14 miembros que asisten regularmente a las reuniones y mantienen el contacto. Cada integrante tiene una historia personal con este arte milenario, sin embargo todos encuentran puntos en común a la hora de hablar de su pasión. Es el caso de Griselda Alvez, quien hoy tiene alrededor de 100 ejemplares. “El arte bonsai es algo muy íntimo, se convierte en una ayuda mental a la hora de desconectar de los ajetreos de la vida cotidiana. Esta es una tarea que moldea el carácter porque requiere concentración, dedicación, cuidado y constancia”.
En la charla con canal12misiones.com, los integrantes de esta comunidad manifiestan el amor que genera ocuparse de cada ejemplar, sin embargo también hay preferencias. Griselda contó cuál es el árbol que tiene un lugar especial en su baúl de afectos. “Tengo especial cariño por una pitanga, que es una de las primeras que hice y que tiene mucho de mi dedicación”.
En la conversación con Alvez, se puso de manifiesto el vínculo emocional que generan las personas con cada uno de sus árboles. “Desde los 16 años practico el arte del bonsai. En el camino varios se murieron. Duele mucho, porque es parte de la familia, todos los días hay que ocuparse de ellos. Si te vas de vacaciones tienes que buscar alguien que se haga cargo de tus necesidades. De hecho pueden ayudar a incorporar el proceso de duelo en nuestra vida, de hecho si se encarará como actividad comercial es muy difícil desprenderse de ellos”.
A su vez, Marcos Ruibo, hace dos años comenzó a participar del grupo, sin embargo desde 2019 ingresó al mundo del bonsái.”Esto es una pasión, es una pasión por las plantas, es desconectarte del mundo. Hacer esto libera el estrés y sana el alma y es un aprendizaje diario con los árboles”.
Por su parte, Guillermo Zuk, poco antes del 94 comenzó a incursionar en el universo bonsai. Desde la adolescencia dio sus primeros pasos con este arte. “En esos años iba a la casa de Delia Komatsu y aprendí con ella la base para comenzar mis primeros árboles. Todo en el mundo bonsai es aprendizaje. Por ejemplo, cuando me fui a estudiar a otra provincia, tuve que dejar mis árboles en la casa y los mantuve como pude. Al final ninguno sobrevive de aquellos años. Fue muy difícil, pero luego de que volví a mi casa y me senté nuevamente, retome de a poco y hoy veo con orgullo mi toque personal”.
Quien se enteró de la exposición y fue de Posadas a verla es Rodrigo Moran quien hace dos años ingresó a este estilo de vida. “Comencé hace un par de años con el arte bonsai, probé con una camada pero se me fue muriendo. De los siete con que inicie, quedan dos. Esta mañana, Lore (su pareja) me avisó que había una expo acá y nos vinimos con toda la familia a chusmear. La idea es ir a comer algo en la ciudad y continuar mirando y charlando con el grupo que está a cargo de la exposición. Hoy el día fue hermoso para salir a la ruta y regalarnos este paseo”.