“Dejo de fumar. Empiezo la dieta. Este año voy a arrancar el gimnasio. Me vuelvo a casa. Me voy de casa. Voy a dejar el trabajo. Voy a dedicarme a lo que amo. Me voy a casar. Me voy a separar” y así miles y miles de promesas que se preparan para el 2023. A otros, solo les hubiera gustado no haber crecido nunca.
Por Facundo Pesoa (*)
¿Empezamos? Recesión económica; nuevas enfermedades; Putin invade a Ucrania; suba alocada del combustible; se disparan precios; Argentina con inflaciones históricas; Estados Unidos vuelve a debatir sobre aborto; el mundial de fútbol se jugó en un país donde no hay derechos humanos; Lula vuelve a ser presidente de Brasil después de haber estado en la cárcel; Argentina sale campeón de América en fútbol; muere la Reina Isabel II de Inglaterra; Argentina sale campeón del Mundial.
Como en 1998, el pibe solo recuerda una parte de su infancia. Estaba en Oberá, en el living de madera de la casa de sus tíos Lucy y Luis, la tele estaba prendida. Papá, junto con algunos familiares estaban mirando para arriba. Él se acercó y escuchó “la tiene el Piojo, encara el Piojo… vamos Argentina, vamos que podemos”. Preguntó a su papá “¿los naranjas quiénes son?” – “ellos son Holanda, las naranjas mecánicas, chachu”, le respondió. Argentina perdió 2-1 y fue todo lo que recuerda de ese 1998. Francia 1998, el fútbol, los juguetes y donde sucedió.
Pero hubo un mundo, un año que giró detrás de todo esto. En 1998 en Estados Unidos sentenciaron a Ramzi Yousef por planear el primer atentado contra las Torres Gemelas. En Cuba se celebraron elecciones con una participación del 98% de asistencia del padrón. En Alemania se descarrilo un tren de alta velocidad dejando un centenar de muertos. El 2 de agosto comienza la Segunda Guerra del Congo, el mayor conflicto armado desde la Segunda Guerra Mundial. A fin de 1998, Hugo Chávez gana las elecciones presidenciales por primera vez en Venezuela. Y el niño, con solo 10 años, recuerda el mundial de fútbol.
Sin dudas éste, como todos los años, se ha visto sacudido por sucesos negativos y positivos pero en la mente de muchos niños solo quedarán recuerdos positivos. En general, la infancia es la etapa más feliz de la vida. Y este es mi deseo:
Me gustaría volver a ser un niño, un niño que no entiende la diferencia entre comer bien y comer mal, que no entiende los problemas de colesterol. Solo entiende que mientras haya comida, todo va a estar bien. Me gustaría volver a ser un niño, un niño que no se preocupa por lo que lleva puesto, por sus prendas o por como lo ven, solo se preocupa porque su vecina le regale una sonrisa.
Me gustaría volver a ser un niño, un niño que espera ansioso los lunes, miércoles y viernes para encontrarse con sus amigos a jugar el deporte que ame. Me gustaría volver a ser un niño, un niño que se sonroja cuando ve a sus padres darse un beso. Me gustaría volver a ser un niño, que valora y ama una buena limonada fría recién exprimida.
Me gustaría ser un niño, un niño que se sienta con sus hermanos en el jardín de casa perdiendo la mirada en el cielo en busca de ovnis. Me gustaría volver a ser un niño, un niño que no entiende de economía y su única prioridad es llegar a casa del abuelo para recibir abrazos. Me gustaría volver a ser un niño, un niño lleno de coraje que en carnaval se convertía en un lanzador salvaje, veloz y eficaz con el solo objetivo de tirar una bomba de agua a sus amigos.
Me gustaría volver a ser un niño, un niño que no entiende palabras como “prejuicios, maldad, económica, deudas, colesterol, estrés, estiramientos musculares, dieta y psicólogos”.
Este 2022, brindemos por todos nosotros que aguantamos un año más siendo adultos, pero también porque en este 2023 podamos convertirnos –aunque sea una hora por día– en esos niños que llevamos dentro. Por quienes sufren, por quienes no están más, por quienes nos ofendieron y por aquellos que ofendimos, por la paz y deseando que este 2023 no se graben sucesos negativos sino solo positivos y por supuesto, brindemos también porque somos campeones del mundo.
Salud.
(*) Periodista.
