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Eros y Agapé: El camino del amor

Por Juan Rubén Martínez (*)

En estas reflexiones cuaresmales queremos revisar nuestra vida para poder acercarnos más al camino del discipulado del Amor que el Señor nos propone. En este discipulado, será clave propiciar un humanismo que considere y valorice la dignidad de la persona. En ese sentido, pueden ayudarnos algunos aportes del Papa Benedicto XVI que en el inicio de su ministerio petrino nos regaló una importantísima encíclica denominada «Dios es amor». Desde allí trataremos de comprender la clave del discipulado y la ascesis del amor para vivir un mundo más fraterno como nos pide el Papa Francisco en Fratelli tutti. El Papa Benedicto XVI nos dice:

”Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él”» (1 Jn 4, 16).

Estas palabras de la Primera carta de Juan expresan con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su camino. Además, en este mismo versículo, Juan nos ofrece, por así decir, una formulación sintética de la existencia cristiana: “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él”. Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida […] Jesús, haciendo de ambos un único precepto, ha unido este mandamiento del amor a Dios con el del amor al prójimo» Cfr. (Deus caritas est, 1)

El Papa Benedicto XVI cuando reflexiona sobre el fundamento de la palabra amor nos dice: “De los tres términos griegos relativos al amor -eros, philia (amor de amistad) y agapé- los escritos neotestamentarios prefieren este último, que en el lenguaje griego estaba dejado de lado. El amor de amistad (philia), a su vez, es aceptado y profundizado en el Evangelio de Juan para expresar la relación entre Jesús y sus discípulos. Este relegar la palabra eros, junto con la nueva concepción del amor que se expresa con la palabra agapé, denota sin duda algo esencial en la novedad del cristianismo, precisamente en su modo de entender el amor”. (Cfr. Deus caritas est, 2)

Es clave la comprensión de las palabras eros y agapé. En la encíclica el Papa hace una explicación de las mismas: ambas palabras son expresión del amor humano. De hecho, la palabra eros no es eliminada desde el cristianismo como algunos autores pretendieron criticar. Sino que su uso, sobre todo en la etapa precristiana se desvió de su sentido verdadero. Sin embargo, eros es una primera expresión del amor de impulso, válida, que necesita ser ordenada hacia un amor más pleno, donado, y que en los textos bíblicos se expresa como agapé. El Papa Benedicto XVI nos refiere una aclaración fundamental para comprender este proceso necesario del discipulado del amor: «En realidad, eros y agapé -amor ascendente y amor descendente- nunca llegan a separarse completamente. Cuanto más encuentran ambos, aunque en diversa medida, la justa unidad en la única realidad del amor, tanto mejor se realiza la verdadera esencia del amor en general». (Cfr. Deus caritas est, 7)

En nuestra vida experimentamos esto que reflexiona la encíclica «Dios es amor» sobre el amor como eros y agapé y el camino que requiere. Todos necesitamos aprender a amar. Si bien el amor es un don de Dios y nosotros fuimos hechos a imagen y semejanza de un Dios que es amor, en la cotidianidad necesitamos realizar un camino que integre nuestra alma, nuestra corporeidad y nuestra sexualidad en la unidad de lo que somos como persona. Esta experiencia nos encamina a vivir desde la fuerza del eros con sacrificio, discernimiento, renuncias y gozo, hasta la donación al otro, al agapé.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!


(*) Obispo de la Diócesis de Posadas.

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