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Written by 12:34 am Notas de opinión

Invocar la paz

Por María Rita Nahum

Hay dolores profundos que la Humanidad prolonga sin aparente explicación, aunque en el marco geopolítico existan razones y sinrazones que explican todo lo que acontece.

Hoy elijo mirar el dolor de Ucrania con los ojos desbordados de preguntas y el corazón clamando por la Paz, esa pequeña palabra, que encierra una mixtura amorosa de compasión, benevolencia, empatía y serenidad.

Es un clamor cerrado, compacto, esperanzado. Un deseo que grita fuerte contra un murallón sordo y decidido a frenar cualquier razonamiento. 

Es que una guerra es eso. Es algo parecido a una locura inaudita que no mide las consecuencias. Y allí está el pueblo de Ucrania, valiente y decidido, de pie frente a la adversidad, lleno de estupor y coraje. Y aquí estamos nosotros, sin diferencias ideológicas o de origen, sólo envueltos en la nube de polvo que levantan los impactos de las bombas, acompañando en silencio el dolor y la desolación, unidos en una plegaria amorosa y compasiva. 

Más allá de las justificaciones y las razones inentendibles, somos  espectadores de los inevitables finales infelices, porque nadie gana frente a la devastación y la muerte.  

Un año después del primer ataque, honramos a quienes siguen resistiendo, a los que regaron con su sangre el suelo que los vio nacer, a los que sostienen las inclaudicables banderas de la dignidad. 

Y, aunque la paz se vea lejana, la invocamos con enérgica voz, con las manos unidas y el corazón presente. Creo profundamente en la naturaleza amorosa del Ser Humano. A ella también la invoco. 

Tal vez la paz pueda concretarse cuando seamos capaces de unir todas estas buenas intenciones que seguramente compartimos y las podamos transformar en acciones coordinadas detrás de un objetivo común. Como diría Friedrich Nietzsche: “Compañeros de viaje vivos es lo que yo necesito, que me sigan porque quieren seguirse a sí mismos e ir adonde yo quiero ir. Una luz ha aparecido en mi horizonte”. 

Quizás la paz sea eso… Un camino común que nos incluya al articular los intereses y necesidades de los pueblos y las personas. Un espacio de transformación que no sea ajeno a las dificultades, pero en el que ellas puedan ser vistas como oportunidades para una convivencia vital y comprometida.  Puede ser que usted piense que no estoy pudiendo ver la realidad, que dado que pasa lo que pasa y que los humanos somos quienes somos, nada de lo que invoco sirva o sea posible. 

Elijo recordar a Eduardo Galeano cuando afirma: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso sirve, para seguir caminando”. 

Periodista y Máster Coach

Foto destacada: Vanity Fair

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