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Written by 7:01 pm Notas de opinión

La bandera local

Por Gilda Pernigotti (*)

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Antonio Machado

Canal 12 llegó a mi vida cuando aún estudiaba en la facultad. Proyecto de tesis en mano, a punto de recibirme y un futuro incierto.
La propuesta era conducir el noticiero de la madrugada. A las 6 tenía que estar lista, peinada y maquillada para, con mi mejor cara, dar las noticias a los que iniciaban la jornada. Gran desafío. Y un detalle: nunca antes había hecho tele. Las prácticas en Humanidades habían sido escasas, ya que la prioridad estaba puesta en enseñarnos a escribir y cuestionar, algo que también estoy de acuerdo, obviamente. Lo concreto es que salí al aire con temores necesarios de admitir. Pero en ese trayecto, este medio me dio el tiempo y la oportunidad de aprender. En el camino hubo de todo, como en todos lados. Conocí mucha gente piola, devenida en amistades.

A los pocos meses pasé al horario del mediodía, en el que me quedé unos cuantos años. Quedan los recuerdos de hermosas experiencias, anécdotas, y momentos donde la tensión del aire se combina con la felicidad de hacer lo que a uno le gusta. Luego fui mamá, y los proyectos laborales me llevaron a otras áreas del canal.


Pero lo que quiero resaltar son los cambios que hubo y presencié en mis catorce años en El Doce. Antes el informativo eran tres computadoras viejas para escribir. Sólo una andaba bien y se la reservaba para el armado de la pauta. Así que para los “pies y títulos”, como decimos en la jerga a la guía que se arma para los conductores, había que usar cualquiera de las otras dos máquinas que nadaban en dulce de leche, de lo lentas que eran. El espacio de lo que se podría decir sala de redacción, era muy pequeño. Pocas sillas. Si éramos muchos periodistas, algunos quedaban parados esperando que se libere alguna. El estudio también chiquito, y con escenografías de lona. Camarín, ni soñar… “Acaso pensas que esto es Hollywood”. Y así otros ejemplos.

A paso lento pero firme fueron llegando los cambios. Sala de redacción más grande, más computadoras, más islas de edición, maquilladora, luego peluquera, camarín, vestuario, ni hablar de la escenografía.

La instalación de antenas satelitales es la misión en la que ahora se encuentran los técnicos, en sintonía con la fiebre mundialista. Y lo mejor de todo: estamos en HD!

De pronto dejamos de mirar a los medios nacionales. No tuvimos más nada que envidiarles en su puesta al aire. El orgullo por estar en Canal 12 se hizo cada vez más grande. Muchos de estos cambios incluso no los viví como conductora, casi diría que desde afuera. Pero los disfrutaba como propios. Y sí, cuando a alguien a quien querés le va bien, empatizas sus logros y los vivís como propios.


Ni hablar de los recursos humanos, cada vez se apostó más a la profesionalización. Un punto no menor es que tomó forma la figura del productor ejecutivo: ese alma máter indispensable que mueve los hilos de cada programa.

A esto se suma la red de corresponsales y colaboradores que se extiende por el interior, quienes envían materiales audiovisuales de lugares que antes eran impensados y con una calidad que demuestra un talento que no tiene nada que envidiar a los de la capital provincial. La bandera de lo local se iza con fuerza.


Hoy nuestra sala de redacción es moderna y diseñada para que podamos trabajar cómodamente. En las instalaciones del canal compartimos espacio con los hermanos de LT17, una radio que había perdido su época de gloria y ahora la recupera con una programación pensada tanto para AM como FM.

Las redes sociales tienen cada vez más seguidores. Y la última gran apuesta: www.canal12misiones.com. Es aquí donde me encuentro. Un desafío que me quita el sueño, pero no las ganas.

Está integrado por un equipo de profesionales de la comunicación que tiene tantas ganas de aprender como de convertirlo en el referente provincial de noticias en la web. Hay gente que pone el cuerpo y el alma (porque los sentimientos siempre guían nuestras acciones) para hacer que funcione. Con consejos, con recomendaciones, e incluso con críticas. Porque si el aporte es constructivo, suma.

Hoy veo todos los cambios vividos y me siento una vieja, aunque recién esté pisando los 40. Todo fue muy intenso, vertiginoso, como pasa en el mundo de las telecomunicaciones.

En 50 años Canal 12 nunca paró de crecer. Es nuestra historia hecha cosa, parafraseando de Bourdieu. Pero no se quedó estancado. Siempre apostó a la innovación. Lo compone gente que lo quiere, que pasa más horas ahí que en sus propios hogares, porque las pasiones se viven así, intensamente.

Quiero destacar el compromiso de esos colegas. Y por supuesto, el público. Sin receptor no hay mensaje, aunque esta teoría ya haya quedado obsoleta en los estudios de comunicación, ya que se entiende a los receptores como interlocutores con una participación más activa. Lo concreto es que ellos son la brújula de nuestras acciones. Y es a ellos a quien nos debemos: entenderlos, interpretarlos, informarlos, entretenerlos y sobre todo conectarnos. Porque al fin y al cabo, somos parte de sus vidas y ellos de las nuestras.

En conclusión, llegamos a las Bodas de Oro con la vara muy alta, y eso es motivo para celebrar. Salud!

(*) Conductora de Legislativas. Periodista.
Licenciada en Comunicación Social. Magíster en Políticas Sociales.

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