Por Brisa Bujakiewicz (*)
Desde pequeña, la música tomó un rol protagonista en mi vida. A los cuatro años le pedí a los Reyes Magos el disco de ‘la Sole’, ‘Libre’ y caminaba por toda la casa con una maraca en la mano, que hacía de micrófono, cantando sus temas. A los seis, ya miraba en el televisor caja los dibujitos y Much Music. Quizá ahí fue cuando mi gusto por el rock y la música retro tomó fuerza. Los Red hot chili peppers, Green Day, Catupecu Machu, Auténticos Decadentes, Bersuit Vergarabat, Vilma Palma e Vampiros y Las Pelotas, eran algunas de las bandas que estaban en auge en aquellos tiempos.
Con una taza de mate cocido en mano y el bizcochuelo que preparaba mi mamá para la merienda, a la salida de la escuela, me sentaba a mirar los videoclips de aquellas bandas estadounidenses y nacionales, para mi, imposibles de conocer.
A los ocho años me encapriché con mis papás porque no me dejaban ir sola a ver un recital de los Red hot chili peppers a Paraguay y me enojé con mi hermana porque me cambió de canal cuando pasaban una de sus entrevistas. “Ojalá algún día vengan a Jardín América“, pensaba, cada vez que veía el videoclip de una de esas bandas. Hasta Posadas me resultaba lejos. Conocer a aquellos ídolos era una misión imposible.
No sé si creo en la manifestación, pero confío en que cuando deseas algo con muchas fuerzas y trabajas por eso, se cumple. “Como me gustaría vivir de ir a recitales, nada más“, dije reiteradas veces en juntadas con amigos o a la salida de un concierto. Quizás, la Brisa de siete años, jamás pensó en que se dedicaría al periodismo y muchos menos creyó que entrevistar a sus artistas favoritos pudiera ser posible.
El tiempo pasó y fueron muchas las bandas y cantantes que pude escuchar en vivo e incluso sacarme una foto y saludarlos. Green Day, Billy Idol, Carajo, Las Ligas Menores, Usted Señalemelo, Bersuit Vergarabat, Hugo Bistolfi, Los Tipitos, La ‘Sole’, Kapanga, Vilma Palma y Massacre, son algunos de los músicos que me dieron el privilegio de estar en primera fila, pogueando sus temas. Con algunos, una foto y a otros, incluso, me los tatué.
Jamás pensé que la manifestación de “Quiero vivir de ir a recitales”, podría ser una realidad. De hecho, creo que caí en la idea este domingo, camino al recital de Las Pelotas, cuando iba a realizar la cobertura para el Canal que me dio la posibilidad de potenciar mi vocación y cumplir lo que siempre desee. ‘Como un buey’ era la canción que resonaba en mi casa cada vez que ponía Much Music. Ver a Alejandro Sokol cantar, a Gabriela Martínez tocar el bajo y a Germán Daffunchio romperla con la guitarra era único para la niña de Jardín América que soñaba con ver a sus bandas favoritas en Misiones.
Camino a Umma, con los auriculares puestos y la canción ‘Personalmente’ sonando, caí en la realidad y casi como un mensaje del destino, un fragmento de la letra cita “Solo es el tiempo el que llevará tu vida a donde quiere que estés. Personalmente creo que todo esto es una locura”. La Brisa de siete años nunca hubiera imaginado cubrir un recital, vivir de lo que soñó y mucho menos hablar con Germán Daffunchio y que este le pregunte qué le pareció el recital o tener un diálogo con Gabriela Martinez y que ella le cuente los lugares que visitó en la provincia.
Casi pasó una semana y todavía no caigo. Hoy más que nunca, la frase de “Creo que todo esto es una locura”, representa el momento. Cada vez que recuerdo a la pequeña Brisa, en la casa de sus papás, en Jardín América, mirando la televisión con un mate cocido en mano y, en comparativa, Brisa, de 24 años, que entrevista a Las Pelotas, algo se paraliza y la sensación de no creer, vuelve. Lo bueno de ese sentimiento es que me recuerda -permanentemente- de donde salí, lo que logré, las personas que me acompañaron en ese camino y la fuerte convicción de que los sueños se cumplen si se trabaja por ello.
A continuación, la crónica del recital:
(*) Profesora de Educación Secundaria en Filosofía y Redactora en Canal 12
