El 27 de agosto de 1897, doce familias -pioneros ucranianos- llegaron a la antigua Reducción Jesuítica de San Pedro y San Pablo. Tiempo después, fundaron la actual Apóstoles. En aquel entonces, se otorgaron dos lotes de 25 hectáreas por familia, a pagar durante diez años a un valor de un peso por mes. El productor Gabriel Boreski, quien también es representante de la Colectividad Ucraniana en la Capital de la Yerba Mate, brindó más detalles sobre el trabajo de sus antepasados que hasta hoy desarrolla.
“Por el lado materno soy bisnieto de uno de los integrantes del grupo de 12 familias que llegaron el 27 de agosto de 1897. Por el comienzo de la letra del apellido, a mi abuelo le toca este que era el primer lote”, relató.

Pese a que Boreski reconoció que el lote su familia no fue el primero en cultivarse, porque las doce familias de pioneros ucranianos iniciaron al mismo tiempo, destacó que “sí fueron los primeros lotes donde se arrancó la colonización y comenzó el proceso de la gesta colonizadora de Misiones”.
En aquellos comienzos, la producción fue diversa. “Se plantó arroz, algodón, yerba y otros cultivos anuales. Probaron de todo, ya que se estaban adaptando”, explicó.
Boreski resaltó la adaptabilidad de las familias que llegaron y el aporte de sus conocimientos, los cuales ayudaron a la proliferación de la agricultura local.
“Todo lo que aprendieron a hacer en Europa lo trasladaron y adaptaron a la provincia, y hoy seguimos nosotros por ese camino”, reflexionó. “Hoy seguimos los pasos de los que nos enseñaron nuestros padres y nuestros abuelos, obviamente tratamos de conseguir un resultado cada vez más positivo”, cerró.
Tradición agrícola, herencia de los pioneros ucranianos
Hoy, más de un siglo después de la llegada de aquellos pioneros ucranianos, Apóstoles y toda la región continúan siendo un claro ejemplo de esfuerzo y resiliencia. La productividad de la zona se mantiene viva gracias al espíritu emprendedor de los misioneros, quienes, al igual que sus antepasados, siguen adaptándose a los desafíos del presente y cultivando la tierra con dedicación.
La tradición agrícola se ha diversificado, pero el legado de los primeros colonos, con su capacidad de innovar y adaptarse a nuevos tiempos, sigue siendo un pilar en el crecimiento de la región. La pasión por la tierra y el compromiso con el desarrollo local siguen guiando a nuevas generaciones de productores que, como los Boreski, continúan escribiendo la historia de la agricultura.