Con sustratos naturales, países europeos potencian la producción de champignones y setas. La iniciativa incrementó los puestos de trabajo y el consumo de alimentos sostenibles. Con inversiones por parte del Estado, Australia se suma a esta cadena productiva. En Sudamérica, Perú replica el modelo de sustentabilidad.
La producción de alimentos es una actividad clave para garantizar la seguridad alimentaria a nivel mundial. Bajo esta premisa, países de la Unión Europea utilizan prácticas de agricultura sostenible. La iniciativa generó más puestos de trabajo e incrementó el consumo de estos alimentos. El caso se replica en países como Australia, donde la actividad tiene gran relevancia en el presupuesto federal. En Latinoamérica, Perú es uno de los países que apuesta a esta forma de producción.
Italia, Países Bajos, Polonia, España, Bélgica, Francia, Alemania, Hungría e Irlanda son los nueves países de la Unión Europea que se dedican a la producción de setas y champignones de forma sostenible. La actividad potencia la bioeconomía de la región.
Para su elaboración, realizan un sustrato que se emplea para cultivar un alimento sostenible, bajo en costos y nutritivo. Luego de ser utilizado se devuelve a la tierra como enmienda. Así, se reduce la necesidad de fertilizantes artificiales y se contribuye a la captura de carbono.
Este método es sostenible ya que recicla residuos agrícolas que, de otro manera, serían difíciles de reutilizar. Al mismo tiempo, disminuye el consumo de agua y energía, y tiene una huella de carbono baja. Además, su alto rendimiento por unidad de superficie lo hace eficiente.

La actividad ya generó más de 40.000 puestos de trabajo en Europa, especialmente en zonas rurales. En 2020, en los nueve países participantes, el consumo promedio de champignones y setas de cultivo frescos fue de alrededor de 1.3 kilos por persona al año. Desde el sector esperan que el número aumente a 1.6 kilos por persona al año en los próximos tres años y a más de 3 kilos por persona al largo plazo.
Prácticas sostenibles en la agenda política australiana
Australia es uno de los países número uno en materia de producción orgánica. Tal es así que, el Presupuesto Federal del periodo 2024-2025 del país destina gran cantidad de fondos a las prácticas sostenibles.
El presupuesto contempla una asignación total de 831,7 millones de dólares australianos de los cuales, 519,1 millones de dólares serán distribuidos durante ocho años para aumentar la producción agrícola. Al mismo tiempo, otros 120,3 millones de dólares se asignarán en seis años para promover prácticas agrícolas innovadores y la gestión de la tierra.
La política gubernamental del país se centra en promover el desarrollo rural y alentar la exportación de productos orgánicos. Los departamentos agrícolas regionales del Estado son los responsables de promover la agricultura orgánica.

El caso éxito de Perú
Para promover la seguridad alimentaria y las prácticas sostenibles, Perú ejecuta talleres en seis departamentos del país como parte de las acciones estratégicas y operativas para la implementación del Plan Nacional de Agricultura Familiar. El mismo busca beneficiar a más de 2,1 millones de productores agrarios.
Se estima que la agricultura familiar contribuye con alrededor del 60 % de la producción nacional de alimentos, incluyendo cultivos, ganadería y productos forestales no maderables.
En Perú, los principales alimentos orgánicos exportados son los plátanos, arándanos, café y cacao, entre otros. Esto “contribuye con la economía local y satisface la demanda global, porque son productos naturales y sostenibles”, explicó Oscar Jorda, docente de la Facultad de Ciencias de los Alimentos de la Universidad Le Cordon Bleu.
El académico señaló que el consumo y la producción de alimentos orgánicos trae consigo múltiples beneficios, como la dinamización de la economía del país. También, el aumento de trabajo y la protección ambiental.