Los días pasan en el Mundial y los descubrimientos siguen. Hoy jugamos nosotros, pero lo hicimos en un globo gigante… Pase y vea.
Por Emiliano Andreoli (*)
Mientras Argentina se prepara para intentar clasificar ante Polonia, en un partido que parece uno más pero que es igual o más importante que el del último sábado, nos dimos un permitido y corrimos atrás de la redonda. El saldo: Un compañero de equipo (sólo de equipo) lesionado, cobertura médica gratuita y alivio posterior.
Es que, en Qatar, descubrimos este lunes, hay un servicio médico especial en este mes del Mundial. La atención es gratuita, el hospital también. Al menos para estos casos especiales. El seguro del Domo deportivo, el lugar que ya les pasaré a contar, también hizo su parte para el alivio necesario. El trabajo del lesionado sí, quedará suspendido.
La llamada de invitación llegó el domingo. Faltaban cuatro jugadores y en el departamento esa cantidad se animó. Claro, a Qatar vinimos a trabajar, sin pensar en la posibilidad de un picadito. Pero a esas cosas es muy difícil decirle que no. Tres misioneros y un santafesino tomamos la posta y avanzamos. El recorrido fue de ensueño. Nos buscaron, nos llevaron y esperaron. Como si fuera una mini selección del Mundial, así nos sentimos. Para colmo nos prestaron botines. El resultado: Victoria con acento misionero.
El Domo es algo increíble. Una carpa inmensa, de al menos 300 metros de largo por 100 de ancho. De alto, no menos de 20 metros. Dentro del mismo, 8 canchas de padel, 4 de fútbol y servicios comunes. Hasta lugar para el rezo habitual tiene el Domo Sport. Sí, también un buen seguro médico.
No encontramos qataríes
Es una realidad muy rara. No nos hemos cruzado con locales, o por lo menos no hablamos con ninguno. No están porque son pocos y adinerados. Muy adinerados. El local no aparece porque está en otro nivel. Quizá lo vimos en algún carrito, porque los adinerados no caminan en espacios comunes.
Hemos visto en varias oportunidades, incluso en los partidos de Argentina, carritos de golf poblados de personas con la vestimenta tradicional. En el recital de Ciro y Los Persas, en el centro de la tribuna, no menos de 8 guardias controlaban a una pareja que tenía la mejor ubicación y a nadie a sus costados. Se diferencian del resto y lo hacen saber. Sin ponerse colorados, marcan el status social al que pertenecen.
“Es que ellos no comparten el día a día con el resto”, nos admitió un taxista al que saludamos en inglés y nos contestó en castellano. Era cubano y desde antes de la pandemia está en estas arenas. Como todo argentino, preguntamos por las cosas que se pueden conseguir ‘por izquierda’. Cerveza, por ejemplo. Fue tajante. “Acá no hay nada por izquierda, las leyes son estrictas y se cumplen”, sentenció. Evidentemente es un mundo muy distinto al que conocemos, donde el no es realmente NO.
Barrio de fiesta
La Perla es increíble. Tiene en sus canales fiesta todas las tardes. El volumen de sus parlantes no se cuida y son realmente ensordecedores. Pero sobre el agua, con balsas que son escenarios, la fiesta es a diario.
Es un objetivo claro: Hacer de La Perla un barrio turístico. Ya tiene edificios, ya suma lujo, ofertas gastronómicas y otros atractivos que todavía no conocimos.
Hoy fuimos por lo gastronómico mientras quedábamos sordos por el sonido del show. Pero el Beef indio nos quemó en serio. Picante, como para no pedirlo nunca más.
Mañana veremos otro aspecto de La Perla, una zona que, de no ser porque alquilamos dentro de este paraíso, no la hubiéramos descubierto.
(*) Enviado especial a Qatar de canal12misiones.com
