La cobertura pasa por sus últimos momentos y es imposible no emocionarse al recordar el camino y las formas. El domingo, cueste lo que cueste…

Qué cantidad de cosas tiene Estados Unidos, cuántas sorpresas fuimos sumando cuando recorrimos cada ciudad del norte del continente. Quedan pocas horas y la cabeza vuela buscando el recuerdo más destacado en medio de una Copa América que llenó la vista, las expectativas y nos hizo parte de una experiencia inolvidable. Espero, sinceramente, que la misión de contar a Misiones lo que se vio acá se haya logrado.
Faltaban pocos días para el Argentina-Canadá en Atlanta, quizá unos siete u ocho. Y aquel presupuesto seguía en veremos. Aquellos pasajes cambiaban de precio y el alojamiento era incierto. Claro, lejos estábamos de conocer Atlanta, ni sabíamos que su aeropuerto era el más concurrido de todo el mundo. Sí, por allí pasan más de 100 millones de personas por año. Una enormidad para darnos la bienvenida a los Estados Unidos.

Moneda por moneda, ese presupuesto se juntó, se llegó y el viaje se materializó. Claro que con personas que se pusieron al pie del cañón y empujaron para que las dudas sean certezas, para que los pasajes se impriman y los alojamientos se cierren.
Cuidamos dólar por dólar, tomamos no menos de 60 colectivos en este mes y las aplicaciones de traslados en autos se hicieron solo si había compañía. La salvedad fue aquella noche en Atlanta, cuando los zombies (personas bajo estupefacientes) se acercaban y el reloj marcaba las 2 am en alguna lejana estación georgiana y, para escapar del peligro, tuvimos que llamar a un Uber.
En Atlanta era Marta el medio de transporte, en Nueva York OMNY, en Miami algún transporte gratuito. Nos alojaron y descubrimos, o ratificamos, la generosidad del misionero para su coterráneo. Emociona, lejos de casa, hablar con alguien que se crió en las mismas calles, que manchó sus zapatillas con la misma tierra colorada. Emocionó también lo cálido de cada recibimiento y el agradecimiento será eterno, ojalá con alguna posibilidad de devolución cuando el viaje se de vuelta y sean ellos los que nos visiten en nuestras tierras.

En el plano profesional el objetivo era claro: Llevar al misionero la sensación de un vecino recorriendo la gran manzana en Nueva York, lo increíblemente ordenado de Houston o las pintorescas calles de Miami. Escribir esas líneas suena fuerte, porque lo es. Fue el objetivo salir cada vez que el 12 lo necesitara, en cada programa. A decir verdad, perdí la cuenta de cuántas salidas habrán sido desde aquel 19 de junio.
También estuvo la Selección, también hablamos de fútbol y por suerte estuvimos cerca de los campeones del mundo. Estuvimos ahí, viendo el debut, la continuidad, el descanso de Messi ante Perú, la sufrida clasificación frente a Ecuador y la clara victoria ante Canadá. Nos queda uno más, que pasará este domingo en el Hard Rock Stadium de Miami.

Será momento, tras la final, de volver a casa. De encontrarnos con los nuestros, de acercar los presentes a aquellos que se movilizaron para ver a este periodista en la Copa. Desde aquel trabajador del Correo que nos facilitó el pasaporte (que llegó con lo justo), hasta el amigo que nos llevó hasta Encarnación para tomar el colectivo inicial. También al posadeño que vive en Asunción y que nos tuvo en su casa todo el día previo al viaje hasta Atlanta.
En el medio hay decenas de personas que estuvieron y seguramente se escapará algún agradecimiento. La familia que aguantó todo, la abuela que preguntó siempre cómo estaba, la tía y sus escudos.
Los compañeros de trabajo que alentaron siempre, que también se pusieron felices por tener a un compañero de cobertura. Qué placer trabajar en el 12 con ese nivel de compañerismo, con esa familia de tan grande corazón.
(*) Enviado especial de Multimedios SAPEM a la Copa América 2024