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Fito Páez volvió a Vélez con un recuerdo a los héroes de Malvinas

A 30 años de su primer show en un estadio porteño, el rosarino regresó al lugar en el que había celebrado el éxito de El amor después del amor. También fueron invitados a Fabiana Cantilo, Nathy Peluso, David Lebón, Hernán Coronel de Mala Fama y Alejo Llanes.

Uno de los exponentes del rock nacional se volvió a presentar en un estadio de la Capital Federal. Se trata de Fito Páez, quien brindó su show acompañado de artistas de diversos géneros y generaciones para darle a su público cierta mixtura a su estilo tan particular.

“Esto no es un concierto de ninguna trayectoria. Esto es adonde llegó una parte de la música popular argentina, en busca de calidad y en busca de contar el tiempo que nos toca vivir”, afirmó Fito Páez . Después, insistió con que el concierto lo hizo “con amor, precisión, artesanía, estudio y sala de ensayo. Y mucha calle, por cierto. Así que esto no es la consagración de nadie, esto es de todos. Literal”.

Tras esas palabras, comenzó a sonar Mariposa tecknicolor. Los papelitos de colores se pegaban en el cuerpo igual que las gotas de la tormenta que empezaba a desatarse sobre el cielo de Liniers y el rosarino encaraba la retirada.

Fue la segunda y última función en el estadio de Vélez Sarsfield, mismo lugar en el que se había presentado en 1993 para coronar la gira del exitoso El amor después del amor, todavía el disco más vendido del rock argentino. En el juego de las coincidencias, aquella vez también fue en abril y el look de Páez fue similar, al menos desde lo cromático, con un traje de Principito deep purple.

Treinta años después, esos estribillos aún se entonan a grito pelado y desbordan la caja negra de todos los presentes. “Me siento otra vez de 15″, dijo en voz alta una mujer entre la platea, segundos antes de que se apagaran las luces.

Fito Páez junto a Nathy Peluso.

Todo con un beso

Como podía preverse, el comienzo del show fue calcado al del disco aunque hubo una gran diferencia al presentarse Nathy Peluso para La Verónica” fiel a su impronta y cada vez más parecida a Nastassja Kinski en Cat People, la argentino-española fue todo lo histriónica que la balada le permitió, animándose a una especie de freestyle de falsete y bailotear alrededor del piano de Fito. Al terminar de cantar, sellaron todo con un beso. Justamente, la que siguió fue “11 y 6″ como para desarmar el repertorio original del disco homenajeado y a partir de allí, el viaje tuvo distintas paradas en la discografía del artista.

Por ejemplo, la rabiosa “Naturaleza sangre”, esa que le puso título al disco que en 2003 había marcado la reaparición de Páez tras separarse de Cecilia Roth -en aquel 2002, EADDA cumplió 10 años pero no los celebró; cosa que sí haría en 2012, a los 20-. También, una tapada como “Te aliviará”, inspirada por Fabiana Cantilo y con la musa sobre el escenario, entonándola a pedido (”Me llamó el otro día para decirme que quería cantar este tema”). La emotiva “Los años salvajes”, un resumen de lo que le pasó a Fito desde la muerte de su padre (1985) hasta este presente dorado. O la tierna “Margarita”, dedicada a su hija -fruto de su relación con Romina Richi– quien estaba presente y su sonrisa fue captada por la cámara.

Homenaje

Contrario a lo que se espera de un show de estadio, Fito bajó la intensidad para dedicarle un momento de solo piano a Ryūichi Sakamoto, el célebre e influyente músico japonés que falleció en la mañana del domingo. Y además de acallar el griterío por un momento, demostró una vez más su pericia frente a las teclas y también filtró su costado cinéfilo al juntar en una misma pieza los temas principales de Tacones lejanos (Pedro Almodovar), Refugio para el amor (Bernardo Bertolucci) y Merry Christmas, Mr. Lawrence (Nagisa Ōshima). A esto, le pegó un fragmento de la preciosa “Bello abril”. “Joder, esto es cine”, como diría el meme de Mads Mikkelsen.

A la banda que acompaña a Fito en los últimos años (Diego Olivero, Gastón Baremberg, Juan Absatz, Carlos Vandera, Juani Agüero y Emme) se ensamblaron Belén Cabrera en coros, Juan Barone en percusión y una versátil sección de vientos conformada por Ervin Stutz, Alejo von der Pahlen, Manuel Calvo, Andrés Germán Ollari, Alejandro Martin, Carlos Alberto Arín, Andrés Hayes Coni e Iván Exequiel Barrios. Todos juntos llegaron al pico en un mood funky con el que hilaron una serie de temas diversos: “Solo los chicos”, “Nada más preciado”, “Tercer mundo”, “Gente sin swing”, “Yo te amé en Nicaragua”, “Ey You” (con un errático Hernán Coronel de Mala Fama como invitado), “Nadie es de nadie” y la cita a Charly García con “No bombardeen Buenos Aires”.

Unos fuegos artificiales estallaron como golpe de efecto y a la vez fueron preludio para un saludo a los excombatientes de Malvinas, en coincidencia con el 2 de abril. “Se lo quiero dedicar a los que murieron en combate y a los suicidados al volver de esa guerra absurda”, dijo antes de “Tumbas de la gloria”. En las pantallas, cruces y lápidas prendidas fuego acentuaban el dramatismo y helaban la sangre.

En la noche del domingo, la emoción estuvo a flor de piel y un rato antes de que se largara a llover, a Fito se le escaparon unas lágrimas que sus anteojos oscuros no pudieron ocultar. Fue apenas terminó de cantar la parte que Luis Alberto Spinetta grabó para “Pétalo de sal”, pero también en “Un vestido y un amor”, que incluyó la curiosa aparición de la bandera argentina en la pantalla justo cuando cantaba eso de “ya sé, no te hace gracia este país”.

Hasta el final el público acompañó

Con todo, primó el tono de fiesta poptimista y lo sumó a David Lebón (”Uno de mis máximos ídolos del rock argentino”) en voz y guitarra para la catártica “A rodar mi vida”. Y también se permitió hacerse eco de una broma de Internet al rescatar un mashup inesperado que un canal de YouTube hizo al fusionar su “Cable a tierra” con “Boys Don’t Cry” (The Cure): mientras el Fito de carne y hueso se movía a lo Robert Smith, el cantante británico aparecía en las visuales con los ojos nublados al estilo Giros.

“Gracias por darme el lugar que me toca, que es ponerle letra y música a sus vidas”, saludó Fito, el mismo que hizo música con su propia vida, tan autobiográfico (“Me hice fuerte ahí, donde nunca vi / Nadie puede decirme quién soy”) como cronista de época. Rockero, tanguero, sinfónico. Un melodista inoxidable, riguroso y risueño que goza tanto el hecho de haber puesto las canciones en tu walkman como también que las multitudes le llenen el oído con sus propios estribillos. Así, el último ida y vuelta fue “Y dale alegría a mi corazón”, mientras la lluvia caía y ninguno de los 35 mil presentes se movió del lugar hasta que se terminó.

Fuente: Teleshow.

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