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Written by 9:53 pm Espectáculos

Tarantino y el clásico de Disney que más lo perturbó

El director presenta su libro ‘Meditaciones de cine’ en Barcelona y asegura que su próxima película irá sobre un crítico de cine pero no será “una venganza”. Sobre la película animada, expresó que le “afectaron más que cualquier otra de las imágenes que vi en el cine”.

En un gag antológico de los Monty Python John Cleese es un Papa que afea a Miguel Ángel (Eric Idle) que un cuadro que le había encargado, titulado ‘la última cena’, aparecieran tres cristos, trapecistas, camareros, una veintena de apóstoles y hasta canguros. “Tú lo que quieres es un maldito fotógrafo” respondía en un alarde de libertad creativa Miguel Ángel cabreando aún más al Papa que finalizaba la escena con la frase: “Puede que no sepa mucho de arte, pero sé lo que me gusta”.

Tras escuchar casi tres horas a Quentin Tarantino (Knoxville, 1963) hablar de cine desconozco si sabe mucho de este arte, desde de un punto de vista académico, pero lo que está claro es que conoce muy bien lo que le gusta y lo que apasiona a los espectadores. Se podía intuir por los seguidores incondicionales de sus películas, por sus entrevistas y ahora por su libro ‘Meditaciones de cine (Reservoir Books), que el director ha presentado en Barcelona este domingo.

Arropado por muchos aficionados, pese a las fuertes medidas de seguridad para que nadie pudiera captar una imagen del evento, Tarantino habló de su experiencia cuando era niño a inicios de los 70 ya que asistió como espectador al nacimiento del llamado ‘Nuevo Hollywood’ que rivalizaba con películas de grandes estudios de corte más familiar y clásico. En este sentido, explicó que llegó a ver imágenes impactantes, como la violación de un hombre, pero que podía entenderlas dentro de un contexto de la película. Sin embargo, para lo que no estaba preparado era para Bambi a la que calificó como «la película que ha traumatizado a más niños durante décadas». «Bambi extraviado al separarse de su madre, los disparos del cazador contra ella y el horroroso incendio forestal me afectaron más que cualquier otra de las imágenes que vi en el cine» contó el director y añade que «era como ver el apocalipsis desde el punto de vista de los animales.

Tarantino comparte con toda una generación el trauma por ver ‘Bambi’ y descubrir que el tránsito a la edad adulta pasa por perder a la madre. Añade en el libro que “esas secuencias de Bambi han trastornado a los niños durante décadas. Pero estoy casi seguro de conocer la razón por la que Bambi tuvo un efecto tan traumático en mí. Por supuesto, el hecho de que Bambi pierda a su madre toca la fibra sensible de todos los niños”.

“Pero creo que, incluso más que la dinámica psicológica de la trama, el inesperado giro trágico de la película fue lo que me causó tal conmoción. Los anuncios de televisión no ponían de relieve la verdadera naturaleza de la película. Por el contrario, se centraban en las travesuras de los entrañables Bambi y Tambor. Nada me preparó para el desgarrador giro en los acontecimientos. Recuerdo que mi pequeño cerebro exclamó el equivalente en un niño de cinco años a: «¿Qué coño está pasando aquí?». Creo que, si hubiese estado más preparado para lo que iba a ver, lo habría procesado de manera distinta”, añade Tarantino.

Tarantino espectador

Lo que quedó claro en la charla, en la que se emitieron escenas de ‘Harry el Sucio’ o American Graffiti’, es que para hacer películas primero hay que ser espectador y pasarse horas y horas en el cine. Y eso es lo que hizo Quentin desde bien pequeño cuando su madre se lo llevaba, en compañía también de los hombres con los que salía, a ver películas. No todas aptas para el joven Tarantino que a veces era el único niño de la sala viendo violencia explícita o escuchando a adultos reír de diálogos cargados de doble sentido sexual. “Llegado un punto, al tomar conciencia de que yo veía películas que otros padres no dejaban ver a sus hijos, pregunté a mi madre al respecto. -Quentin -dijo-, a mí me preocupa más que veas las noticias. Una película no va a hacerte daño. ¡Así se habla, Connie, joder!”, explica Tarantino en su libro.

Pese a eso también recuerda que su madre sólo le permitía películas con una violencia justificada por el argumento, una constante en el cine del director norteamericano, aunque sea para mostrar la importancia de la visceralidad humana para afrontar situaciones extremas. Durante años, y desde niño, Tarantino acudía periódicamente a las salas a disfrutar y a formarse ya que viendo la reacción de los espectadores aprendió que la premisa del cine es dar siempre al espectador lo que quiere.

Por eso, ante unas mil personas entregadas que pagaron entre 80 y 90 euros por una entrada, el director defendido que solo el cine “puede crear el clímax que se produce entre la pantalla y el espectador en las escenas de violencia” y que es el arte que mejor muestra “la violencia o el sexo” ya que “ni el teatro, ni la poesía pueden”.

Las memorias de Tarantino son una demostración que el cine tiene un lenguaje vivo y que lo primordial es la interacción entre la pantalla y el patio de butacas. “El caso es que, en un cine descomunal prácticamente del tamaño del Metropolitan Opera House, me encaminé hacia el bar. Después, cargado de chuches por valor de diez dólares, regresé a mi asiento cuando las luces ya se atenuaban. Enseguida, en aquella noche de sábado en el centro, empezó a parpadear a través de la ventana del proyector ‘Pólvora negra’, la última película de Jim Brown, para un público sumamente entusiasta formado por unos ochocientos cincuenta negros, ochocientos de los cuales eran hombres”.

“Y, para ser sincero, ya nunca he vuelto a ser el mismo desde entonces. A partir de ese momento, en mayor o menor medida, me he pasado la vida entera yendo a ver películas y haciéndolas, en un esfuerzo por recrear la experiencia de ver una película de Jim Brown recién estrenada, un sábado por la noche, en un cine con público negro en 1972” cuenta Tarantino que se pasó toda la velada, entre ese y otro film, escuchando al público “proferir obscenidades sin parar contra la pantalla” y aprendiendo: “Sus insultos a los personajes eran cada vez más subidos de tono, y, conforme avanzaba la cinta, más profundo era en apariencia el desprecio del público y más cómicos los insultos sabía perfectamente cual sería la reacción de los espectadores ante cada una de sus escenas”.

Sin embargo, en Barcelona Tarantino no quiso entrar en valorar el cine actual que llena los cines con tantas películas de superhéroes. Aseguró que “la revolución Marvel” ha llegado tarde para él ya que «no me interesa» y que, con 20 años, en la década de los 80, esperaba películas basadas en los cómics que había consumido desde que era joven.

Fuente: El Mundo

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