“El Escuerzo”, es una película inspirada en el cuento homónimo de Lugones, es una locura de terror, western y mitología argentina en un relato fantástico ambientado en los tiempos de la Guerra de la Triple Alianza ¿Vale la pena verla? Descubrilo en esta reseña.
“Has de saber que el escuerzo no perdona jamás al que lo ofende. Si no lo queman, resucita, sigue el rastro de su matador y no descansa hasta que pueda hacer con él otro tanto”. Este fragmento proviene de un cuento del aclamado y controvertido escritor argentino Leopoldo Lugones, que captura la esencia mágica y terrorífica de este mito popular. Justamente hace poco se estrenó en Misiones, la película “El Escuerzo”, que más que adaptar del cuento homónimo de Lugones, toma su espíritu y lo vuelve en una historia de terror con tintes fantásticos y western gauchesco. Es decir, una locura audiovisual total, ambientada en los tiempos de la Guerra de la Triple Alianza, que consiguió con esmero casi académico traspasarlo a la gran pantalla.
El filme fue rodado en los paisajes del Valle de Traslasierra, en Córdoba. Su trama sigue a Venancio un joven gaucho que, tras matar a un escuerzo, se enfrenta a una maldición aterradora en un viaje lleno de misterio y peligro. Con una banda sonora potente, dirección de fotografía lograda y por una meticulosa recreación de época desde la vestimenta hasta los modos de hablar nos transporta a un historia que se cuece a poco pero tiene su encanto.
Un guión casi imposible pero logrado
En la noche de su estreno en el IMAX del conocimiento, el director Augusto Sinay comentó “fue muy grato descubrir que en Argentina tenemos una gran tradición de literatura fantástica, que se remonta a muchos años atrás. El cuento de Lugones es de 1906, y desde ahí comenzó el arduo trabajo de adaptación, ya que es un relato muy corto, de dos o tres páginas. Empezamos a crear todo el imaginario de época, darle un año concreto a esta locura de película, realizar mucha investigación histórica, y junto con el productor desarrollamos cómo llevar a cabo esta aventura. Fueron siete años de trabajo en el guion, de encontrar la forma de hablar de los personajes, basándonos en registros de audio. La película se fue expandiendo desde la raíz del cuento, tanto en el contexto histórico como en mi propio delirio”.
Mientras, el productor de la pieza audiovisual, Damián Carretero, reiteró esta cuestión de delirio de producción detrás, ya que en ella contradice la máxima de toda escuela de cine “nunca trabajes con niños, ni con animales…”. “Teníamos una película desde el guión, algo casi imposible, un proyecto que parecía inviable. Todo lo que te dicen en las escuelas de cine que no se debe hacer, está en nuestra película: niños, animales, cabras, escuerzos, exteriores en la sierra, filmaciones nocturnas, y de época”, detalló.
Una locura de géneros
Tal vez, la mayor fortaleza y a la vez mayor debilidad de la trama, es el juego del director de jugar con lo real y lo imaginario de una manera inquietante. Nunca sabes si las desvivencias del pobre Venancio son producto de su imaginación fruto del miedo popular o si es acechando realmente por una maldición batracia mística que acecha por los Valles de Traslasierra -no solo el Uritorco tiene sus cosas raras-. Así, la película nos lleva a cuestionarnos lo que pasa en todo momento, algo tal vez no sea del agrado del público general por su cuestión de ritmo.
Sin embargo, les gustará a aquellos que quieran ver esta locura audiovisual de géneros que con inventiva superaron dificultades técnicas y financieras para plasmar la esencia del cuento de Lugones a la gran pantalla.
En sí, la película es una muestra de ingenio popular argentino que demuestra que con pocos recursos financieros y mucha imaginación se puede hacer un producto de calidad cinematográfica. También, es una advertencia hecha celuloide de los dichos de nuestros abuelos, si matas un sapo o escuerzo quema sus entrañas. Porque seguro no querrás saber nada de un anfibio del mal acechando tus sueños, sobre todo porque en Misiones con pomberos y lobizones ya tenemos más que suficiente…