El país vecino hoy define el regreso de Lula o la prolongación de la derecha. En los principales centros de votación se registró una convivencia pacífica de los partidarios de los proncipales candidatos. La gente en fila para votar aún podrá hacerlo ya que el cierre de comicios fue a las 17.
“No será una guerra”, anticipó en conferencia de prensa el ministro de Justicia de Brasil, Anderson Torres sobre la votación que muchos temen que se empañe de violencia. Que el acto supremo de la democracia se lo compare con un conflicto bélico, suena raro. Inconcebible.
Pero así es como llega a las elecciones un país que tiene 11 aspirantes de presidentes pero que los principales votos concentran dos personas.
Por un lado está un Jair Bolsonaro gastado por la Pandemia. La historia reciente demuestra que los otros dos mandatarios que la minimizaron, tuvieron sus consecuencias: Donald Trump en Estados Unidos y Boris Jhonson en Inglaterra. Habrá que ver si conserva lealtad el voto evangélico que lo puso en el poder cuatro años atrás. Se pone a prueba la derecha brasileña que tiene como aliados a Juntos por el Cambio en Argentina.
La otra opción, que todo indica que tiene más fuerza, es el regreso de Luis Ignacio “Lula” Da Silva. Hasta hace unos años, nadie lo hubiese imaginado. El juicio por Lava Jato como emblema de corrupción que salpicó su gobierno y el de su sucesora todo indica que pasó al olvido ya que el líder del PT contaría con el acompañamiento de la mayoría. “¿Es el mal menor?”, se preguntan los indecisos cuyos votos son los que suelen definir el peso de la balanza. Las encuestas indican que sí: Lula tiene más posibilidades de ganar, en un mundo paradógico donde la derecha acaba de pisar fuerte en Italia mientras que la izquierda lo hace en Chile. Argentina mira con atención a su gran rival en el fútbol pero -más importante aún- principal socio comercial.
El temor a la violencia en la campaña electoral brasileña no se reflejó este domingo en los principales centros de votación de San Pablo, la mayor ciudad de Sudamérica, donde los colores amarillo y verde, de los seguidores del presidente Jair Bolsonaro, y el rojo, del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, convivieron en las filas para emitir el voto.
“Fue una elección tranquila, en clima ameno”, dijo el presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), Alexandre de Moraes, al hacer el balance parcial de la jornada electoral.
Las filas eran largas y nutridas, a tal punto que el presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, debió esperar más de dos horas hasta llegar a la urna desde que comenzó a formar la suya, en una escuela del barrio Sao Bento, en Belo Horizonte.
Por ese motivo, el presidente del TSE anunció que a todas las personas que estén en fila para votar a las 17, hora prevista para el cierre de los colegios, se le entregará un número para que puedan cumplir el trámite.
