La salud del papa Francisco preocupa al mundo católico. A sus 88 años, enfrenta una grave infección pulmonar que ha requerido atención intensiva. Aunque descansó con tranquilidad, el Vaticano mantiene el pronóstico reservado. El pontífice recibió oxígeno y transfusiones de sangre para estabilizar su condición. En paralelo, surgen especulaciones sobre una posible renuncia, pero la Santa Sede desmiente esta posibilidad.
El papa Francisco pasó una noche tranquila tras una crisis respiratoria severa. Los médicos lo trataron con “altos flujos” de oxígeno y le administraron transfusiones por un bajo recuento de plaquetas. La combinación de su edad, su fragilidad y una enfermedad pulmonar preexistente agravan la situación.
Los especialistas consideran que la mayor amenaza para la salud del papa Francisco es la sepsis. Hasta el momento, los análisis no indican su presencia, pero la vigilancia es constante. La neumonía que afecta ambos pulmones complica el cuadro, sumado a una infección viral, bacteriana y fúngica. El tratamiento incluye antibióticos, corticoides y reposo absoluto.
Además de los tratamientos médicos, el equipo que lo atiende monitorea sus signos vitales de manera permanente. Su estado de salud sigue siendo frágil, lo que genera incertidumbre sobre su recuperación total. La preocupación también se extiende a la posibilidad de que su enfermedad afecte su capacidad para seguir con sus actividades habituales en el Vaticano.

Ante la incertidumbre sobre su evolución, el Vaticano intenta disipar rumores sobre una posible renuncia. El cardenal Pietro Parolin aseguró que no existe plan alguno para reemplazar a Francisco. Aunque el papa ha declarado en el pasado que dejó escrita una carta de renuncia en caso de incapacidad, su estado actual no justificaría su aplicación.
Desde diversas partes del mundo, líderes religiosos y políticos han manifestado su apoyo. Mensajes de solidaridad llegan desde diferentes iglesias y gobiernos, resaltando el rol del papa Francisco en la actualidad y su influencia en la comunidad católica global.
Las celebraciones del Año Santo continúan sin su presencia. Este fin de semana, estaba previsto que homenajease a los diáconos, pero su ausencia obligó a delegar la misa a otro representante. Por segunda semana consecutiva, también se perdió la bendición dominical. Sin embargo, los fieles expresan su apoyo y oraciones por su pronta recuperación.
En el hospital Gemelli, el personal médico se mantiene atento a su evolución. No se ha informado sobre una posible fecha de alta, ya que su estado sigue siendo delicado. La comunidad católica espera con esperanza nuevas actualizaciones que indiquen una mejoría en su salud.