El inicio de 2025 trajo consigo un PRO desgastado por las disputas internas y la presión constante de LLA. El partido amarillo, que durante años fue un pilar de la oposición, ahora parece atrapado en una crisis de identidad. Las publicaciones recientes en redes sociales, como el polémico “Hay PRO para rato”, intentan mantener una imagen de fortaleza mientras la realidad interna se fractura.
La avanzada de LLA ante PRO
El gobierno de Javier Milei no ha escatimado en estrategias para debilitar al PRO. La suspensión de las primarias en la Ciudad de Buenos Aires, propuesta por el jefe de Gobierno Jorge Macri, generó un nuevo foco de conflicto. Esta medida, aunque presentada como una táctica para “desnacionalizar” la campaña porteña, encendió aún más la confrontación con los libertarios. Pilar Ramírez, una de las figuras más visibles de LLA en la capital, intensificó los ataques contra la gestión del alcalde, dejando claro que no habrá tregua.

Desgaste por colaboración
Durante 2024, el PRO respaldó la mayoría de las iniciativas impulsadas por el oficialismo libertario. Sin embargo, esta colaboración no solo generó críticas externas, sino también divisiones internas. La sesión fallida por la ley de Ficha Limpia y los desacuerdos sobre la licitación de la hidrovía expusieron aún más las fracturas. La falta de una estrategia unificada amenaza con relegar al PRO a un rol secundario en la escena política.
La Justicia y las vacantes pendientes
Otro punto de fricción es el ámbito judicial. Las más de cien vacantes pendientes en el sistema judicial, incluyendo cargos clave como fiscales y jueces, se han convertido en un campo de batalla. Macri intentó influir en las designaciones, pero su capacidad de maniobra se ha visto limitada por las tensiones internas y externas. La figura de Julio Conte-Grand, mencionada como posible jefe del Ministerio Público Fiscal, quedó descartada, reflejando la falta de consenso dentro del PRO.
La disputa porteña como símbolo
El bastión histórico del PRO, la Ciudad de Buenos Aires, representa un microcosmos de sus desafíos. La gestión de Jorge Macri enfrenta ataques desde múltiples frentes, tanto de aliados como de opositores. La presión por mantener el control de la capital no solo define su futuro político, sino también el de todo el partido.

El PRO se encuentra en una encrucijada histórica. Atrapado entre la presión de LLA y sus propias tensiones internas, el partido debe decidir si busca alianzas estratégicas o arriesga su relevancia política. La imagen de un PRO acorralado no solo refleja su realidad actual, sino también la urgencia de redefinir su rumbo.