Aún genera debate. La causa fue declarada de lesa humanidad. Viajaban en avión junto a sus familias cuando la aeronave registró fallas y se precipitó.
El pasado 30 de noviembre se cumplieron 49 años de la tragedia aérea que se cobró la vida de los entonces gobernador y vicegobernador de Misiones, Juan Manuel Irrazábal y César Napoleón Ayrault. Tras la caída del Beechcraft Queen Air también fallecieron Susana Claro de Irrazábal y Ana Ofelia Reca de Ayrault, esposas de los funcionarios, junto al piloto Jorge Pirovani.
El avión, que minutos antes de las 20:32 debía aterrizar en el aeropuerto de Puerto Iguazú, cayó en Puerto Península, en el ángulo noroeste de Misiones. La única sobreviviente fue María Susana Irrazábal, hija menor del gobernador, quien murió dos meses después. El hecho sacudió no solo a la provincia, sino también al país.
Tanto las familias de las víctimas como la prensa cuestionaron lo ocurrido y lo señalaron como un magnicidio en manos de la Triple A. Un año después, la Fuerza Aérea apuntó contra el piloto como el responsable, aseguraba que se había desorientado. Sin embargo, en 2007 la Justicia reabrió la causa para declararla de lesa humanidad (no prescriben). En 2021 pronunció la nulidad absoluta del dictámen que acusaba a Pirovani.
Martín Ezequiel Páez, periodista que realizó una investigación para recibirse de Licenciado en comunicación social, sostuvo que la hipótesis del atentado fue la primera de la que se habló. Fue construida a partir de versiones, documentos periodísticos y legales. También sumaron el testimonio de los familiares y aquellas personas que tuvieron contacto con lo sucedido aportaron.
En su trabajo Puerto Península, los misterios detrás de las muertes de los gobernantes de Misiones en 1973, aseguró que en la tragedia aeronáutica “existieron numerosas irregularidades y ocultamientos en el hecho que permiten concluir que pudo tratarse de algo premeditado y no un accidente”.
Preguntas sin respuestas
El 30 de noviembre de 1973 Misiones perdió a dos de sus dirigentes más emblemáticos. Según Páez, “Irrazábal y Ayrault se presentaban como figuras fuertes que, sin saber de egos, conformaron una alianza histórica en busca de darle estabilidad y crecimiento a la tierra colorada”. Conformaron la unión entre el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) y el Justicialismo.
La reapertura de la causa permitió que se realice una pericia en 2014, luego de la exhumación de los cinco cuerpos. Esto determinó que todos tenían quebrada la cadera en el mismo lugar. Esto podría ser prueba de que Pirovani nunca se desorientó, sino que hubo una explosión en la cabina y que los tripulantes se sujetaron a los asientos para sobrevivir.
El dolor por la muerte de los gobernantes fue muy visible. Una procesión de automóviles, camiones, tractores y carros acompañó a las ambulancias que transportaban a los mandatarios, en el trayecto desde Puerto Iguazú a Posadas.
Cerca de las 17 horas del 1º de diciembre arribaron los cuerpos de los fallecidos y fueron llevados a una empresa funeraria para su preparación. El día siguiente fue declarado día de duelo nacional a través del Ministro del Interior de la Nación, Benito Llambí, quien reconoció la importancia de las figuras de Irrazábal y Ayrault como hombres relevantes de la política argentina.
“Casi 40 años de misterios, sospechas y ocultamientos pasaron inadvertidos para muchas personas. Esbozarlos en unas páginas ha sido un desafío sin precedentes para mi”, manifestó el periodista Páez. Enfatizó en que resulta una obligación para los misioneros conocer este hecho y estar conscientes que aún existen muchas heridas abiertas en esta historia.
“Hay expediente plagados de irregularidades, como testigos sin nombre, entrega de pruebas claves, (in) pericias extrañas, decisiones unilaterales y misterios que hasta el día de hoy siguen sin resolverse, como la muerte de María Susana Irrazábal, a quien jamás le hicieron la autopsia”, apuntó.
Cuca, la segunda tragedia
María Susana Irrazábal (23), hija menor del gobernador, fue hallada parada en el lugar. Presentaba quemaduras en sus piernas, espalda y parte de la cara, al parecer no corría riesgo su vida. Fue trasladada en una camilla improvisada con tacuaras y telas hacia la ruta Nº12, donde la esperaba una ambulancia.
En el último tramo, según los testimonios obtenidos por Páez, cuatro gendarmes se hicieron cargo de cambiar de camilla a María Susana para subirla a la ambulancia que la llevaría al Hospital SAMIC de Iguazú. Ante la complejidad de su caso, se decidió que el tratamiento necesario para su recuperación debía hacerse en Buenos Aires.
Luego de casi 65 días de internación la joven falleció el 6 de febrero de 1974, a las 14.05 horas, en el Instituto del Quemado. Según su acta de defunción, la muerte se debió a un paro cardiorespiratorio producido por una septicemia.
“El médico que hace las primeras observaciones afirma que la joven presentaba quemaduras cicatrizadas y que por ello solicita hacer la autopsia pertinente para determinar las causas reales de la muerte. La autopsia solicitada jamás se realizó”, señaló Páez.
“Cuca” podría haber sido la única testigo de lo que realmente sucedió esa noche de noviembre. Algunos califican a este desenlace como igual o aún más lamentable que la caída del avión. Habiendo tenido la oportunidad, María nunca pudo ser escuchada.
