Se trata de Alexis Lamera, oriundo de Leandro N. Alem, quien ahora vive en 25 de Mayo. También desarrolló la técnica de cultivo en macetas pequeñas de algunas especies plantas nativas de la provincia.
Por Leandro Frank
Alexis Lamera es un apasionado bonsaísta y autor de diversas obras de arte verde. Entre sus logros figura la adaptación de especies japonesas al clima local para lograr increíbles bonsáis y otras tantas plantas nativas de la provincia, según contó a Canal 12
Arracó en el arte de cultivar especies arbóreas en pequeñas macetas a muy temprana edad, mientras cursaba la secundaria en Leandro N. Alem. Empezó a conocer este diminuto mundo, caracterizado por la paciencia y dedicación. El bonsaísta relató que, junto a sus amigos, comenzó a explorar las técnicas del bonsái, aprendió a dar forma y vida a pequeñas plantas en macetas. “Lo que en un principio podría haber sido solo un pasatiempo fugaz, se convirtió en una pasión que sólo aumentó con los años”, describió.
Lamera sostuvo que se sumergió en cursos y capacitaciones, movido por la necesidad de perfeccionar sus habilidades y aprender las técnicas más finas de la ancestral práctica. A medida que su comprensión crecía, también lo hacía su capacidad de crear arte con plantas. Actualmente, desarrolla las pequeñas plantas en 25 de Mayo, donde tiene su residencia.
El bonsaísta logró mostrar una naturaleza local, reflejar la grandeza de los montes característicos de nuestra provincia y sus paisajes en diminutos árboles.
Su camino no estuvo exento de desafíos. La lucha por adaptar las especies nativas de Japón al clima local fue “un viaje lleno de experimentación y determinación”, según contó el bonsaísta. Así, con dedicación incansable, logró adaptar distintas especies de plantas al clima misionero, fusionar lo mejor de dos mundos en creaciones únicas. “No se trata solo de dar forma a los árboles, sino de comprender su esencia y respetar su naturaleza”, añadió.
Al caminar por el jardín de Lamera, se puede encontrar con una sinfonía de árboles en miniatura, que cuentan historias que reflejan la esencia de la practica del bonsái: paciencia, pasión y resiliencia. Cada giro y torcedura de ramas es un testimonio del viaje personal del artista, un viaje que adquiere formas que solo el bonsái puede lograr.
Un relato de cómo el cultivo de pasiones en la juventud, puede hacer florecer obras maestras en la edad adulta. La manifestación de un corazón que late en armonía con la naturaleza.
