Los agrotóxicos ocupan un lugar determinante en el modelo de producción de alimentos en Argentina. En el país, se utiliza alrededor de 580 millones de litros por año. Los números registrados son más altos que en Estados Unidos, uno de los países encargados de fomentar el uso de pesticidas. La utilización se torna perjudicial para los trabajadores de fabricas, productores y consumidores de alimentos expuestos a sustancias químicas. En diálogo con canal12misiones.com, el periodista Patricio Eleisegui explicó las consecuencias y la importancia de desarrollar políticas que incentiven la producción agroecológica.
“Argentina tiene unos niveles superiores a cualquier país del mundo. Estamos tirando 13 litros de veneno por habitante. Los niveles de uso de agrotóxicos por hectáreas están muy por encima de lo que ocurre en Brasil o en otros países“, comentó el periodista y escritor del primer libro de investigación periodística sobre los efectos nocivos de agroquímicos, ‘Envenenados‘.
Agrotóxicos y sus consecuencias en la salud
De forma continua, Eleisegui indicó que “Argentina utiliza por lo menos 580 millones de litros de agroquímicos por año. Estados Unidos no llega a la mitad de ese número. El problema es mucho mas grave, incluso que en los países que se han promovido este tipo de agricultura“, indicó el profesional.
El glifosato, según afirma la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC), muestra evidencias claras de sus efectos genotóxicos, generación de daños cromosómicos en las células sanguíneas, muerte celular o disfunción tisular.
Por su parte, la atrazina, además de ser un herbicida que aún en bajas dosis de consumo puede causar problemas reproductivos y de nacimiento, también es catalogado como cancerígeno, al igual que el glifosato y el herbicida 2-4D. El consumo de este último es de riesgo alto para la salud y puede provocar serios problemas reproductivos, así como efectos crónicos respiratorios o mal de Parkinson.

Producción agroecológica e incentivo político
En cuanto al problema principal, el escritor destacó que “el panorama en Argentina es complicado. El modelo que está vigente profundiza el uso de semillas transgénicas, las cuales están siendo utilizadas para generar un mayor uso de veneno. Si uno sigue incentivando esto, se sigue incentivando el uso de agrotóxicos”, aseguró.
Respecto a la posible solución, Eleisegui resaltó que es fundamental poner un límite a este tipo de prácticas. “El promover el uso de bioinsumos es una salida para seguir generando un agricultura”, explicó. Al mismo tiempo, el periodista señaló que es fundamental fomentar políticas “que incentiven la producción agroecológica. Es importante que haya un incentivo político. Y también estimular la difusión de los proyectos que ya están funcionando”, aseguró.
Al mismo tiempo, valoró la importancia de contar con una elección de los alimentos al momento de consumir. “El problema es que uno tiene una única opción. Uno va al supermercado y tiene que comer lo que está ahí dentro. La solución sería que uno pueda ir a un lugar y elegir que consumir. Si quiero un producto hecho con manipulación genética o un producto estrictamente natural”, detalló Eleisegui.
El accionar de Misiones
Misiones cuenta con la Ley de Promoción de la Producción de Bioinsumos. “Me parece muy valioso siempre que hablemos de cambiar el modelo de producción. Si nosotros seguimos bajo el paraguas de lo que dicen las compañías, vamos a seguir fomentando este negocio. Entonces, dejar que estas compañías digiten el modelo productivo no permite que uno salga de eso. El rol del Estado es fundamental”, aseguró.

De forma continua reflexionó: “Es muy valioso que Misiones tome la potestad y autonomía para definir lo que ocurre en su territorio. Es valioso porque es una experiencia que hay que defender, difundir. Se debe promover un efecto replica, un contagio a otras provincias, para que se comience a usar este tipo de acciones”, concluyó.