Los nombres y apellidos nos ayudan a identificarnos y diferenciarnos del resto de las personas. En el caso de los apellidos, muchos lo consideran un legado que nos dejan nuestros padres y por el cual estamos obligados a honrarlos, ya que representa a toda una familia. Sin embargo, hubo una época en la que no existían y tan solo bastaba con tener un nombre.
En la antigüedad, los seres humanos estaban organizadas en pequeñas aldeas, por lo que se conocían unos con otros y no era necesario ofrecer más que un nombre para referirse a alguien.
En un inicio, los apellidos correspondían al lugar de origen de la persona, su oficio o alguna característica física distintiva. En el caso de los nobles, estos adoptaban el apellido de su dinastía o podían quedarse con el de algún territorio conquistado, como forma de mostrar dominación.
Cuando el uso de apellidos se volvió común y las culturas comenzaron a mezclarse, algunos fueron traducidos de una lengua a otra y sufrieron modificaciones.
G. V.