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Written by 12:25 pm Sociedad

Heredó la fitomedicina de su abuela y sueña con aplicar la ingeniería en la empresa familiar

Quiere recibirse para volcar sus conocimientos a la pyme. Trabaja a la par de su padre y su tío en El Soberbio. Cosechan y destilan plantas nativas para la elaboración de aceites, esencias y pomadas. 

Gustavo Ortt tiene 25 años y cursa el cuarto año de Ingeniería Electrónica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Misiones, en Oberá. Allí vive con su hermana, que estudia la misma carrera. Junto a su padre y su tío, encabezan un proyecto de fitomedicina. Son oriundos de San Vicente, sin embargo, el emprendimiento familiar los llevó hasta El Soberbio.

Las Orttigas nació hace un año para continuar con el legado de la abuela, una sabia de las plantas. Practican la agrofloresta, también conocida como agricultura sintrópica, que se basa en un sistema sostenible y sin agrotóxicos. La técnica propone el cultivo de diversas especies nativas, con el objetivo de asegurar producción todo el año.

Cosechan eucaliptus, lemongrass, menta y citronela para preparar aceites esenciales. Los destilan, los decantan y finalmente los envasan. No tienen fecha de vencimiento. También elaboran cremas medicinales con especies como la ruda, romero, caléndula, árnica y el llantén

Según explicó Harry Ortt, papá de Gustavo, todos los aceites son aromáticos y tienen características particulares de cada una. La citronela sirve como repelente y desinfectante, el eucaliptus y la menta son utilizadas como descongestivos, y el lemongrass tiene efectos tranquilizantes. Se usan en humidificadores y hornillos.

Apuesta al emprendimiento familiar

Desde que adquirieron la chacra en El Soberbio, les tomó mucho tiempo poner a punto el lugar. Hace un año decidieron que era el momento de comenzar y obtuvieron los primeros aceites. Compraron los envases al por mayor y se encargaron del diseño de la marca, así como también de su difusión en redes sociales.

En diálogo con El Doce, Gustavo aseguró que su objetivo es recibirse de ingeniero y regresar a la chacra para volcar sus saberes en la empresa de la familia. “Mi idea principal es volver para ayudarles a mis papás. Quiero simplificarles el trabajo, hacer más fáciles los procesos”, manifestó el estudiante. 

Gustavo tiene 25 años y cursa el 4to año de Ingeniería Electrónica.

Gracias a los conocimientos de su carrera, tiene previsto desarrollar nuevas formas de producción mediante la automatización. También cuenta con las herramientas necesarias para la reparación de los aparatos difusores, que son pequeños dispositivos electrónicos a través de los que se dispersan los aceites en el aire.

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