El país entero quedó conmocionado por el caso de Jeremías Sosa, un misionero que murió a causa de un linchamiento en el conurbano bonaerense. El joven misionero sufrió un ataque por parte de un grupo de personas que pensó que se trataba de un ladrón y falleció a causa de los múltiples golpes que recibió. En la apertura de la 19° temporada de El Periodista (de Canal 12), Gustavo Añibarro conversó con Melani Sosa, hermana de Jeremías, que junto a su familia está atravesando este difícil momento.
Sobre Jeremías, Melani recordó su enorme carisma y espíritu de solidaridad. “Él era el mejor de la familia, el más cariñoso y atento, nos sacaba una sonrisa todos los días, es muy difícil continuar sin él porque era nuestra chispa”, contó su hermana. Su sueño, según reveló, era tener un comedor para niños: “le encantaba ayudar a la gente, era siempre solidario con todo el mundo”.
Además, confirmó lo que se supo a través de medios nacionales sobre el ahorro para festejar el 15° aniversario de su hija. “Estaba trabajando de lunes a lunes para poder juntar la plata para festejarle los 15 a su hija”, confirmó en vivo. Y añadió: “todavía no caemos, estamos en una nube, creo que cuando volvamos a la realidad va a ser mucho más difícil”.
Respecto del episodio, detalló que salió a correr por sus episodios habituales de ataques de pánico. Su hermana sospecha que lo abordaron por tener “los ojos grandes”, es decir, desorbitados, a causa de su estado delicado. Entonces, según su relato, un grupo de personas comenzó a gritar “ahí va el chorro” y otros se sumaron a lo que ella calificó como un asesinato.
Respecto de lo que viene, la familia busca justicia por Jeremías: “creemos en la justicia divina pero hoy necesitamos de la terrenal, queremos que esta gente entienda la gravedad de la situación, de lo que hicieron”. Y agregó: “hay un nene de tres años que hoy quedó desamparado”.

La crónica del caso Jeremías Sosa
Jeremías Sosa, un joven misionero de 31 años, encontró la muerte de manera trágica en la localidad bonaerense de Olivera, cercana a Luján, el 22 de febrero de 2025. Sosa, oriundo de Jardín América, Misiones, trabajaba como albañil y se destacaba por su labor solidaria en su comunidad. Junto a su esposa, Carolina Sotelo, administraba un comedor comunitario que brindaba alimento a más de 20 niños en situación de vulnerabilidad .
El día de su muerte, Jeremías se encontraba en la casa de su hermana en Olivera. Según relató Carolina, su esposo comenzó a sentirse inquieto y agobiado, síntomas de un ataque de pánico que había experimentado anteriormente. Para calmarse, decidió salir a caminar por la zona. Mientras recorría la avenida Juan XXIII, entre las calles Reconquista y Remedios de Escalada, un grupo de vecinos lo observó corriendo y, sin mediar palabra, lo acusó de ser un ladrón. Sin pruebas ni denuncias previas en su contra, lo atacaron brutalmente. Lo derribaron y lo golpearon con puños y patadas, principalmente en el rostro .
Jeremías fue trasladado de urgencia al Hospital Nuestra Señora de Luján, donde los médicos confirmaron su fallecimiento. La autopsia reveló que murió a causa de un shock neurogénico y politraumatismo grave de cráneo. Este hecho conmocionó a la comunidad local y resonó en su provincia natal, Misiones.
La investigación del caso llevó a la detención de tres personas, acusadas de “homicidio agravado con alevosía”. Sin embargo, la familia de Jeremías sostiene que entre 10 y 12 individuos participaron en el linchamiento. Las autoridades continúan trabajando para identificar y detener a todos los responsables. La fiscal María Laura Cordiviola, a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción Nº10 del Departamento Judicial Mercedes, recalificó la causa de “homicidio en riña” a “homicidio con alevosía”. Esta decisión se basó en pruebas que indican que los agresores actuaron con la certeza de que la víctima no podría defenderse .
La comunidad de su barrio, donde Jeremías residía junto a su esposa e hijos de 14 y 3 años, se encuentra consternada por la tragedia. Sus vecinos lo recuerdan como una persona solidaria y comprometida con el bienestar de los niños del barrio. El comedor que gestionaba con Carolina era un refugio para muchos pequeños que dependían de esa ayuda para alimentarse.
Carolina, devastada por la pérdida, expresó su dolor y exigió justicia para su esposo. “Lo mataron sin motivo, era un hombre bueno que solo quería ayudar a los demás”, declaró en una entrevista. La familia Sosa espera que las autoridades actúen con celeridad y que todos los responsables enfrenten las consecuencias legales de sus actos.
Este lamentable suceso pone de manifiesto los peligros de la justicia por mano propia y la importancia de no dejarse llevar por prejuicios o suposiciones infundadas. La ausencia de denuncias contra Jeremías y su dedicación al trabajo y la comunidad evidencian la injusticia de su asesinato.

Mientras tanto, la familia de Jeremías enfrenta el difícil camino de sobrellevar su ausencia. Los sueños que compartía con Carolina, como celebrar los 15 años de su hija mayor y continuar con su labor solidaria, quedaron truncos por la violencia irracional. La comunidad de Jardín América ha organizado marchas y vigilias en su memoria, exigiendo justicia y recordando el legado de solidaridad que dejó.
El caso de Jeremías Sosa es un llamado de atención sobre los riesgos de actuar impulsivamente y la importancia de respetar el estado de derecho. La justicia debe prevalecer sobre la venganza, y la sociedad debe unirse para evitar que tragedias como esta se repitan. La memoria de Jeremías, un hombre trabajador y solidario, merece ser honrada con acciones que promuevan la paz, la justicia y la empatía entre todos los ciudadanos.