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Written by 4:26 pm Sociedad

Look de festival ¿Importa más la moda que la música?

Plataformas imposibles, vestidos de red, bikinis tornasolados… Tras ver los ‘looks’ más atrevidos del Coachella, reflexionamos: ¿importa más la moda que la música?

Es probable que en los últimos días te hayas encontrado en Instagram decenas y decenas de fotografías que capturan algunos de los looks más llamativos vistos en el festival de Coachella, pero no es tan fácil que conozcas su cartel. Sí, hablamos de un festival de música, pero desde hace tiempo, se ha convertido en la gala MET de los influencers.

Como ocurre en el encuentro más exclusivo de las tendencias, lo realmente importante termina por ser la moda, y eso es lo que ha ocurrido con el festival, que cuando fue creado en 1999 nació con el deseo de ser la antítesis de Woodstock: económico y pacífico. Desde hamburguesas a tan sólo tres dólares hasta aparcamiento gratuito, sus orígenes eran los de un festival humilde y nicho. Sin embargo, ahora la entrada cuesta más de 500 euros y hay tantas marcas de moda vinculadas a la organización como grupos de música.

Estar presentes en el evento

Las influencers saben que acudir al festival es un símbolo de estatus, y por eso cuando no son invitadas por las marcas hacen el esfuerzo económico necesario para estar. Marta Sierra no ha ido este año, pero se ha asegurado de subir a su perfil sus looks del año pasado, para que así sus seguidores tengan la impresión de que está ahí. Poco importa que al mismo tiempo suba stories en la Bridal Fashion Week de Barcelona: lo que importa es que tengamos la impresión de que de alguna forma sobrehumana, está al mismo tiempo en Coachella.

De hecho, el festival este año ha sido muy atractivo también para los amantes de los cotilleos, porque desde Leonardo DiCaprio con Irina Shayk hasta Camila Cabello y Shawn Mendes, sin olvidarnos de Kendall Jenner y Bad Bunny, han hecho del love is in the air el tema del Coachella. Sí: el festival ya no está sólo para presumir de armario, sino para dar rienda suelta a la pasión.

Las influencers saben que acudir al festival es un símbolo de estatus.

Diseños más atrevidos

Por su parte, los asistentes han encontrado en este festival su pasarela preferida en la que poder mostrar sus ‘looks ’más atrevidos. Del mismo modo que los asistentes a la gala MET se atreven con los diseños más escandalosos, esos que en las alfombras rojas tradicionales no vemos, en Coachella nos hacen ver también que es en el desierto donde pueden lucir naked dresses, looks de estética bohemia y maquillajes repletos de brillantes.

Incluso las estilistas de las celebridades preparan cada look de sus clientas como si el festival fuera un evento de moda, e influencers como Leonie Hane no dudan en vestirse de los pies a la cabeza de Chanel o de Isabel Marant para deambular entre los conciertos. No sabemos si de hecho ven alguno o si entre fotos ante la noria e instantáneas por la arena hay tiempo para la música, pero lo que sí sabemos es que suben más contenido durante estas dos semanas que el resto del año.

Moda como arte

“Yo creo que nunca está de más convertir los festivales en una pasarela weird. Llevamos muchos años sin considerar a la moda de calle como un arte. Dejamos el arte para los músicos y la escenografía, pero la gente de a pie también quiere expresarse, y estoy totalmente de acuerdo con que la gente se tire al suelo con brillos y plumas. Llevamos unos años tristes de pandemia y crisis, ¡dejamos nuestra imaginación libre!”, opina Marta Pontnou, asesora de imagen. “El glamour lo hemos perdido en el momento en el que tenemos que hacer pis en un ‘Poly Klyn’ aguantando la puerta con una mano y con una cerveza en la otra… Que al menos nos dejen hacerlo luciendo un buen lookazo”, dice.

Lo cierto es que las celebridades tienen acceso a zonas vip, por lo que pueden disfrutar de baños especiales y de espacios en los que descansar con comodidad, pero el resto de mortales, cuando vamos de festival, incluso tenemos que plantearnos si es buena idea llevar un mono ante lo incómodo que será el momento de tener que ir al baño portátil. Al final, siempre es más fácil ir cool cuando vives en un mundo paralelo repleto de extras y privilegios, como quien puede ir siempre en tacones porque va a todos los sitios de puerta en puerta gracias a un chófer privado.

(Dania Maxwell / Los Angeles Times)

Rienda suelta a la imaginación

Si antes los looks de Coachella se caracterizaban por abrazar la tendencia ad lib y por convertir las diademas florales en el accesorio imprescindible, ahora los looks parecen recién salidos de la pasarela. Cuesta comprender que alguien lleve un vestido de miles de euros para ir al desierto, pero también que Alessandra Ambrosio lleve unas maxi plataformas para ver conciertos, sobre todo teniendo en cuenta que Ashley Park se torció el pie cuando vio un concierto de Beyoncé en Dubai subida a sus vertiginosos zapatos de Valentino.

“La verdad es que los festivales musicales se han convertido en el momento ideal para dar rienda suelta a nuestra imaginación. En mi opinión, deberíamos diferenciar los festivales musicales temáticos de los que no lo son. Ir a Coachella de forma anodina, me parece una pena. Pero ir a un festival musical más sencillo excesivamente vestido tampoco es necesario.

Un Arenal Sound tiene un estilo distinto, pero los que acuden ya conocen en general el estilo que se lleva en cada festival”, dice Piluka de Echegaray, experta en imagen personal, estilista y consultora de moda. “Como siempre, habrá quién cree looks increíbles y muy atractivos, y los cree imposibles, pero esto pasa en todos los eventos. En una boda también te lo encuentras. En resumen, dar rienda suelta a nuestra imaginación para vestir de forma distinta, llamativa y diferente a la habitual me parece un ejercicio mental de libertad que no frenaría”, sentencia.

Lujo silencioso

El problema real (problemas del primerísimo mundo, claro) es que incluso los looks más relajados que son tildados de “looks anti Coachella” son fruto también del trabajo de una estilista. Es el caso de Kendall Jenner, que ha llevado pantalones de talle bajo negros y una camiseta de tirantes con aberturas, un outfit de la colección otoño/invierno 2023 de la marca St Agni que no está a la venta hasta el verano. Lo combina con unas sencillas sandalias de The Row y bolso vintage de Fendi. En realidad, se trata de un ejemplo de lujo silencioso en toda regla, pues casi nadie sabría qué firmas lleva con tan sólo mirar a la modelo, que apuesta por un atuendo híper sencillo.

Lo mismo ocurre con Hailey Bieber, que ha lucido unos jeans oversize con camisa de tirantes y cinturón de Streets Ahead. ¿Y si nos estamos acercando hacia una nueva estética Coachella en la que prima el minimalismo? No olvidemos que hubo una etapa en la que el festival se caracterizó por looks eminentemente bohemios, por lo que quizás tras una era de extravagancia y excesos, toca un periodo de moda sobria.

(Dania Maxwell / Los Angeles Times)

En cualquier caso, lo que queda claro es que las celebridades e influencers, bien vayan en vaqueros o con vestidos de (casi) costura, no dejan sus looks al libre albedrío, sino que se aseguran de no pasar desapercibidas. Cuando pronto nuestras redes sociales se llenen de fotografías ante la noria del Festival MadCool, sin duda nos daremos cuenta un año más de que hemos encontrado en los festivales una barra libre de estilo en la que poder vestir como queramos.

Fuente: Cosmopolitan

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