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El descenso por el arroyo Piray Miní: una aventura oculta entre la selva

El pasado 14 de enero un grupo de misioneros se embarcó en una travesía de más de cinco días de viaje sobre el curso fluvial del centro-este de la provincia. Durante la travesía los aventureros pudieron observar algunas de las especies más exóticas de la vida silvestre, entre ellas pájaros, anfibios, reptiles y el roedor más grande del mundo el carpincho.

En un recorrido de más de 96 kilómetros, en pos de la revaloración de nuestro patrimonio natural hídrico, cinco misioneros recorrieron el cauce del arroyo Piray Miní, descendiendo en kayak desde la Picada 10 de Pozo Azul. Esta actividad tuvo como objetivo el reconocimiento del terreno y el marcado de puntos importantes como cursos de agua, puentes y señales de furtivismo.

Durante la travesía los aventureros Iris Figueredo, Natalia Schendel, Martino Esteche, Rodrigo Rodríguez y Clara González, también llevaron a cabo un estudio sobre la fauna local, monitoreando los mamíferos, las aves y reptiles.

Un paisaje inimaginable.

Algunas de las especies que los trotamundos encontraron, fueron de mucho interés para la conservación de la vida silvestre de la selva misionera, como Yacutinga (Pipile jacutinga), patos como el Cutirí (Amazonetta brasiliensis), el Real (Cairina moschata), el Macá cara blanca (Rollandia rolland), y mucha avifauna relacionada al agua, como las tortugas. Además, observaron algunos carpinchos merodeando por las orillas. 

El grupo también estuvo acompañado, por Omar Darío Barrionuevo, Víctor Zemunich, Mauricio Chamorro y Verónica Ruiz, quienes proporcionaron apoyo logístico para el enorme trayecto que recorrieron, el cual por poco no llega a los 100 kilómetros. 

Según relataron algunos miembros del grupo, disfrutaron de una vista imponente en cuanto al paisaje, pues atravesaron toda la zona del Kilómetro 60, una enorme quebrada que desciende en altura hasta llegar a Eldorado. Tiene formas similares a su arroyo vecino, el Piray guazú, sin embargo, presenta también paisajes de arroyos menores tributarios.

Los participantes agradecieron especialmente a Don Santiago Galeano -uno de los primeros misioneros en hacer este tramo según los registros- por abrirles las puertas de su casa para recibirlos y contarles la historia de su descenso que tuvo lugar en 1968. También agradecieron a Daniel Maslovski por ceder el predio como refugio ante una tormenta, y a Jorge “Coco” Esteche por facilitar la logística de kayaks.

La aventura duró cinco días, pero tuvo una preparación de seis meses. Un trayecto un poco largo para los viajeros que solo quieren descansar, pero un viaje perfecto para los que quieran conocer la fauna misionera de una forma más salvaje y retadora.

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