Desde lo más profundo de la selva misionera, una vez más, Kuarahy y su cachorro nos regalan una escena llena de vida y esperanza. Las cámaras del Parque Nacional Iguazú captaron a la majestuosa yaguareté junto a su cría, que ya ha dejado atrás la fragilidad de sus primeros meses y ahora luce fuerte y ágil, siguiendo de cerca cada paso de su madre.
En esta ocasión, la naturaleza nos brinda un instante casi cinematográfico: un urú (Odontophorus capueira) cruza veloz la escena, como si supiera que la presencia de los felinos no es un buen augurio para su tranquilidad. Pero Kuarahy no parece interesada en cazar. Su atención está puesta en su cachorro, que, bajo su atenta mirada, sigue aprendiendo las reglas de la selva.
Cada día es una lección. Pronto, cuando el pequeño supere el año y medio de vida, deberá enfrentar el desafío más grande: encontrar su propio territorio y sobrevivir por sí mismo. Hasta entonces, Kuarahy le enseña a moverse con sigilo, a cazar y a reconocer los peligros del monte.
Kuarahy: de la tristeza a una alegria inolvidable
Esta historia cobra aún más significado si recordamos el triste episodio de principios de 2024, cuando una cachorra de yaguareté murió atropellada en la provincia por la imprudencia de un conductor que no respetó los límites de velocidad. Aquel suceso entristeció a la comunidad conservacionista, pero meses después, en septiembre, llegó una noticia que trajo alivio: Kuarahy esperaba una cría.
El nacimiento fue anunciado con entusiasmo por la Red Yaguareté, que monitorea de cerca a estos felinos en peligro de extinción. “¡Kuarahy es madre! Como ya veníamos sospechando, esta joven hembra que vive en el Parque Nacional Iguazú trajo al mundo un hermoso cachorro”, compartieron en sus redes sociales.
Hoy, las imágenes de madre e hijo recorriendo la selva refuerzan la esperanza de que la población de yaguaretés en el norte de Misiones sigue en crecimiento. En ese mismo territorio también deambulan Chake, Baigorria, Moconá y Kunumí, otros miembros de esta comunidad felina que resiste en un hábitat amenazado.
La selva sigue su curso, y Kuarahy, con su instinto protector, allana el camino para una nueva generación de yaguaretés. Entre la espesura, lejos de las carreteras y del peligro, su cachorro crece libre y salvaje, como debe ser.
